Martes, 23 de Abril 2024

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Sismos y Terremotos

Por: María Belén Sánchez

Sismos y Terremotos

Sismos y Terremotos

Los sismos nos sorprenden, a veces en los momentos más inesperados, y hay ocasiones en que no sabemos cómo reaccionar, porque esa incertidumbre mezclada con sorpresa imprevista causa una especie de parálisis mental y a veces también física.

Es cierto que lo que alguna vez hemos experimentado en el pasado, o los recuerdos de lo que hemos visto y oído acerca de estos eventos, no es para menos que infundir temor e incluso terror.

Los momentos álgidos son sin duda los más intensos, pero las repercusiones posteriores no son menos impactantes.

Por lo tanto, es siempre muy conveniente estar alertas, prudencia y prevención son siempre importantes, pero también es muy sano conservar la serenidad y ver lo que es posible hacer por quienes nos rodean.

Los otros terremotos.

Geológicamente y en determinados momentos llegan como imprevistos eventos de este tipo, que nos conmueven profundamente y causan sorpresa y desequilibrio en nuestro entorno; pero también hay ocasiones que sufrimos en lo más íntimo del ser incidentes que nos parecen peores que estos accidentes geológicos que conmocionan al planeta.


A veces nos parece que todo a en nuestro entorno se cimbra y en ocasiones también que nuestro mismo ser se desmorona.

Dime si no, la persona que sufre un accidente y que de un momento a otro queda sumida en la más ingrata incapacidad, pero en lo más íntimo de su ser, todas sus ilusiones y proyectos crujen y se derrumban.

Cuando una persona no ha logrado mantener en pie su matrimonio y se ve en la penosa situación de llegar al extremo del divorcio, sin duda en esos momentos tendrá la sensación de que la casa se derrumba y que todo lo que un día intentaron construir entre dos, se viene abajo, igual que uno de los terremotos más desastrosos que nos ha tocado presenciar en estas terribles ocasiones.

Y no se diga si intempestivamente, por causas no previstas ni buscadas y ni siquiera provocadas, vemos fallecer a las personas que más queremos, o aquellas con las cuales contábamos como mayor apoyo.

O cuando un fracaso frustra todo lo soñado, aquello para lo cual se ha estudiado, por lo que se ha trabajado, o a lo que se le ha puesto el mayor empeño. Son efectos tan devastadores y tan dolorosos como los de cualquier terremoto o sismo.

Así nuestra vida va avanzando como el alambrista, por un delgado hilo del cual depende toda nuestra seguridad y a veces también nuestra alegría y vitalidad.

Pero hoy por hoy estamos en las manos de Dios y la esperanza nos dice que toda nuestra vida depende de su providencia infinita, pero es un hecho que también que nosotros tenemos que poner nuestra parte y no ponernos en el peligro viviendo en lejanía.

Caminar por el sendero más recto, sin descuidar lo que el Señor nos pide, y sin olvidar que Él necesita nuestras manos para ayudar a los demás, que se vale de nuestras palabras para llevar consuelo y ánimo a quien lo necesita, y que si somos fieles a su amor, cuando llegue nuestro último día, Él mismo abrirá los brazos para recibirnos.

Hoy por eso elevamos una oración para darle Gracias, porque aparte del susto momentáneo, no hubo tragedias mayores y porque el día de mañana podremos seguir nuestro camino apoyándonos en su gracia y su amor. 

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