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Seis tardes de toros en Madrid

Por: Patricio Fernández Cortina

Seis tardes de toros en Madrid

Seis tardes de toros en Madrid

Domingo 26 de mayo de 2019. Después de las tres primeras corridas, de las seis que narraré en estas aguafuertes, se presentó en el cartel una corrida de rejones, que tuvo lugar la tarde de ayer, y una novillada que se dará mañana. A ellas les dedicaré dos intermedios, pare reanudar las tres últimas partes con las corridas del encaste Albaserrada, en la preciosa Plaza de toros de Las Ventas los próximos días 28, 29 y 30 de mayo.

En la corrida de rejones de ayer, con toros de la ganadería de Los Espartales, que no destacaron por su bravura, pero en general se prestaron para las suertes, participaron tres rejoneadores españoles y tres portugueses, quienes llevaron preciosos caballos en sus cuadras, ante una plaza que presentó una entrada de tres cuartos y un ambiente de alegría.

Fue un espectáculo ver partir plaza a los seis rejoneadores, montando sobre hermosos caballos, en línea recta primero y luego en círculo al centro del ruedo. Los españoles iban vestidos de corto, y los portugueses “a la federica”, esa vestimenta que evoca el estilo barroco y aristocrático de la casa real prusiana del siglo XVIII.

Los españoles Roberto Armendáriz y Mario Pérez Langa, confirmaron su alternativa. El toro de Armendáriz asomó al callejón e intentó brincarse las tablas. Se forzó a someterlo en la lidia, con temple y paciencia. Puso muy bien los rejones, pero falló con el rejón de muerte, ante el silencio del público. Por su parte, Pérez Langa fue más ambicioso, aunque también un poco arrebatado, sin lograr transmitir más arte que ganas a los tendidos. Falló también al matar, pero dio la vuelta al ruedo por insistencia de su apoderado.

El madrileño Raúl Martín Burgos fue sin duda el más completo de todos, tanto en técnica como en el orden de la lidia, logrando conectar con el público, disfrutando de las banderillas al violín y con las dos manos, poniendo a sus caballos a ejecutar varias suertes de las que él conoce pues se dedica a la doma ecuestre, como la que ejecutó con elegancia al poner a su caballo con las patas sobre el estribo. El rejón de muerte quedó trasero, pero suficiente para que el público pidiera una oreja que fue concedida.

El portugués Rui Fernandes intentó por todas las maneras posibles, pero no logró transmitir a los tendidos, salvo la emoción que provocó la belleza de sus caballos. Falló al matar y tuvo salida al tercio.

Los otros dos portugueses, Joao Moura Jr. y Joao Telles, cortaron ambos una oreja, mostrando cualidades para cabalgar y mandar sobre el toro, pero digna de destacarse la suerte de Moura en el cambio de grupa, y en la de hacer retroceder al caballo hacia el toro, para dar un giro en el momento del encuentro y poner las banderillas a suerte cambiada, escuchándose el olé de los tendidos.

Como siempre me ha parecido, las corridas de rejones más aportan al deleite por las suertes de los caballos y la belleza de éstos, que por lo que pudiera transmitirse como arte del toreo, que en mi opinión sólo se consigue con un toro bravo y la muleta y el capote de un torero.

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