Jueves, 28 de Marzo 2024

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Secar un lago sin que mueran los peces

La encrucijada en la que se ha metido el PRI vendiendo al candidato impoluto en medio de la corrupción se antoja imposible
 

Por: Diego Petersen

Secar un lago sin que mueran los peces

Secar un lago sin que mueran los peces

Hace unos años escribí un artículo sobre las peores chambas del país, esos puestos que uno no querría tener jamás como, por ejemplo, ser secretario de turismo de Ciudad Juárez, o presidente del Supremo Tribunal de Tamaulipas o director de prisiones en Coahuila. Pero hay uno peor y ese es hacer los discursos del precandidato del PRI José Antonio Meade. 

Imaginemos esta situación. El flamante jefe de campaña llega a media tarde y le dice: mañana tenemos un evento en Veracruz, hay que hacer un discurso en el que ataquemos duramente la corrupción, tomemos distancia de Duarte… pero no olvide saludar y festejar al líder del sindicato petrolero, Carlos Romero Deschamps que estará presente con todas sus huestes… y sobra decirlo, tiene que sonar convincente, que nuestro candidato se vea como un hombre comprometido con las causas anticorrupción.

La encrucijada en la que se ha metido el PRI vendiendo al candidato impoluto en medio de la corrupción se antoja imposible. Vamos a suponer que efectivamente Meade es lo que dicen: el funcionario incorruptible que cruzó los pantanos de Hacienda, Relaciones Exteriores y Sedesol sin mancharse, aunque por sus narices hayan pasado todos los desvíos y casos de corrupción que han sido motivo de escándalo es estos años. ¿Dónde está su compromiso y sus acciones concretas para impulsar el sistema anticorrupción?

No se trata, por supuesto, de hacer una lectura maniquea en que todos los priistas son corruptos y que la corrupción se acaba con la llegada a la presidencia de un “buen hombre”, como burdamente plantea López Obrador y lo insinúa Meade. Hay, conozco a varios, priistas que además de buenos políticos son ciudadanos honorables, así como conozco impresentables en todos los demás partidos. El problema de Meade no es solo que la marca PRI está golpeada, sino cómo enfrentar los grandes temas de la campaña presidencial, corrupción y seguridad, habiendo sido parte fundamental de la administración de Peña y de Calderón.

Así como podemos argumentar, con toda razón, que el planteamiento de Andrés Manuel respecto a la corrupción es, además de ególatra, simplista, el de Meade suena más falso que una moneda de chocolate. Mientras el candidato del PRI no tome una actitud autocrítica respecto a las prácticas de corrupción de su partido y de los gobiernos en que participó difícilmente logrará colocar un discurso creíble. Regresemos al sufrido hacedor del discurso del fin de semana ¿fueron Borge y los Duarte quienes traicionaron al PRI o el PRI el que los traicionó a ellos?, porque, no olvidemos que una parte de esa corrupción, por pequeña que haya sido, terminó en las campañas del Revolucionario Institucional. ¿Realmente creen que separando las 10 o 12 manzanas echadas a perder aquello dejará de oler a podrido? ¿Tocará Meade a algunos de sus compañeros de gabinete en sus discursos?

Difícil chamba tienen, pues, los comunicadores del PRI, que les están pidiendo secar un lago sin que se mueran los peces.

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