Hay quien lleva las cosas al extremo de calificar de “mafioso”, “venal” y “corrupto” al mundo del futbol. Felizmente, hay quien prefiere verle el lado bueno…La popularidad que el deporte tiene en todo el mundo es, salvo prueba en contrario, indicio de que quienes prefieren ver el vaso medio lleno, son mayoría.Ahora mismo, cuando están por iniciarse las batallas decisivas de la guerra por el título del Torneo de Apertura, resurge la queja por la supuesta injusticia de que el León tiene que empezar de cero, prácticamente, en igualdad de circunstancias ante un rival que ganó trece puntos menos en la etapa clasificatoria…Sin embargo, dirigentes, jugadores y simpatizantes del León aceptaron de buen grado el reto de demostrar en la “Liguilla” esa superioridad… o el riesgo de que la criada les salga respondona.Si esa regla del juego, que era del conocimiento de todos los participantes y mantuvo el interés por varios partidos hasta la última jornada, se hubiera cambiado por otra, supuestamente “más justa”, que diera el título al equipo que ganara más puntos, el interés por el campeonato se habría diluido a medida que el León sumaba victorias como quien pasa las cuentas del rosario, y se habría extinguido cuando los números hubieran proclamado que era inalcanzable.El sistema de competencia se ha mantenido hasta ahora, porque ha demostrado su pertinencia: mantiene el interés durante la fase regular, y no sólo la prolonga sino la acrecienta -¿alguien lo duda…?- en la fase decisiva.Otro tema obligado, en lo que arranca la “Liguilla”, es el retorno del San Luis al máximo circuito…Su coronación fue interpretada por algunos observadores como un fracaso de los “Dorados” -sus rivales en la Final-, como uno más en la carrera de Diego Maradona como entrenador... y quizá como el fin de la aventura que -merced a su contratación, precisamente- emprendieron los dirigentes del equipo sinaloense.En lo que esa incógnita se despeja, habrá que ver qué medidas toman los dirigentes del Atlético de Madrid, que hicieron del San Luis su sucursal en México, para darle la fortaleza deportiva y la viabilidad financiera que le permitan ser autosuficiente… como no lo fueron, en la medida de lo deseable, los equipos que han representado -con más pena que gloria, en general- a esa ciudad, tan llena de historia y de belleza, en sus etapas anteriores.
