Viernes, 26 de Abril 2024

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“¡Renuncien...!”

Por: Jaime García Elías

“¡Renuncien...!”

“¡Renuncien...!”

Desde hace once años, la frase -rotunda como pedrada en ventanal- se ha repetido incesantemente:

-¡Si no pueden, renuncien…!

-II-

Hicieron suya esa exigencia, a gritos, los manifestantes que llegaron, por decenas, a las puertas de Casa Jalisco, el viernes pasado, para “exigir” al Gobierno el regreso con vida de dos mujeres jóvenes que salieron de sus casas a buscar trabajo, hace tres semanas, y de las que no se tienen noticias desde entonces. Otro tanto hicieron, en las redes sociales principalmente, en la Ciudad de México, quienes culpan a la Jefa de Gobierno de la falta de la deseable aunque inviable milagrosa respuesta gubernamental a los millones de capitalinos, afectados durante varios días por los perniciosos efectos de la severa contingencia ambiental que se abatió sobre “la región más transparente”, como la llamara Alfonso Reyes, con candor poético, cuando nadie vislumbraba que los centenares de automóviles que circulaban apaciblemente por sus calles se multiplicarían -quizá más para mal que para bien- como células cancerosas.

La demanda, reiterativa, no reconoce los derechos de autor. Éstos, salvo prueba en contrario, corresponderían a Fernando Martí. Invitado especial a la XXIII sesión del Consejo Nacional de Seguridad Pública, en presencia del entonces Presidente Felipe Calderón y los gobernadores de todos los estados, en agosto de 2008, en Palacio Nacional, el empresario mexicano encarnaba tanto el comprensible dolor como la legítima indignación de muchos mexicanos... Unos días antes, su hijo Alejandro había sido secuestrado y privado de la vida por una banda de secuestradores a los que se había pagado la cantidad de dinero pactada para su rescate. Don Fernando aguantó, estoicamente, dos horas de discursos, pletóricos de buenas intenciones y proyectos. Invitado, por fin, a hacer uso de la palabra, dijo, en la parte central de un discurso que le salió del corazón lleno de amargura:

-Señores, si piensan que la vara es muy alta e imposible hacerlo; si no pueden (resolver el problema de la inseguridad), renuncien… pero no sigan ocupando oficinas de gobierno y recibiendo un sueldo, porque no hacer nada también es corrupción.

-III-

Tanto el Gobierno del estado, en el tema de las desapariciones, como el de la Ciudad de México, en el de las contingencias ambientales, tienen perfectamente identificados a los culpables: “Los gobiernos anteriores”… Ni uno ni otro, empero, han implantado mecanismos -“protocolos”, los denominan modernamente- para reducir, al menos, de cara al futuro, calamidades públicas como las que los gobernados les echan en cara.

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