Viernes, 19 de Abril 2024

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Regaños

Que yo me acuerde, mi padre sólo me pegó una vez en mi vida

Por: Carlos Enrigue

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He estado considerando que los miembros de mi generación, que ya peinamos canas cuando podemos, éramos generacionalmente una generación bastante sumisa en cuanto a la mayoritariamente relación con los padres, vamos, podía ser que no te gustara lo que éstos te ordenaban, incluso podías en ocasiones hacerte tarugo y desobedecerlas y afrontar un regaño o hasta un castigo posterior, pero contestar o cuestionar una orden como que no se usaba; así era el concepto de obediencia de aquella época; más bien se acostumbraba decir que más valía pedir perdón que pedir permiso.

Había personas a los que sancionaban físicamente, es decir, les pegaban, en mi caso no fue así, que yo me acuerde mi padre sólo me pegó una vez en mi vida y yo creo que lo merecía, para él, el acto más reprobable que podía cometerse era ser ladrón, nada lo justificaba y esa vez mi hermano, que ya murió, y yo nos robamos de San Francisquito una alcancía de barro que debo decir era de nuestro tamaño y representaba a un acólito y se nos quebró a medias de López Cotilla, que entonces estaba empedrada, así que habíamos robado y nada menos que a nuestra Santa Madre Iglesia. Hay que aclarar a las nuevas generaciones que en aquel tiempo las monedas eran grandes y pesadas y que el acólito de barro no cooperaba ya que no sabía caminar y menos por el empedrado, así que, por esa causa, nos dio una regañada de pronóstico reservado y a continuación nos dio una fajacera, acusándonos justamente de ser ladrones y delincuentes y que repito fue la única vez.

Mi madre también sólo nos pegó una vez sólo que ella comenzó en 1950 y cesó a finales de esa década, pero eran a mano limpia, pero, discutir órdenes no se usaba. Hace días, cuando se festejaba el día de la madre, algún amigo preguntaba por frases maternas que muchos recordaran como sanción y yo no recordé ninguna, en nuestro caso bastaba una mirada, eso era suficiente para que los nueve vástagos nos sometiéramos.

Con nuestros hijos, cambió el tono y empezaban a cuestionar las órdenes de forma más bien tímida, tanto que en mi caso, cuando me preguntaban el porqué de una negativa, aceptaban (más o menos) que yo les contestaba algo así como que, la causa de ésta fuera que “porque era el aniversario de la entrada de Garibaldi a Roma” y eso parecía bastar. Años después me enteré que la famosa entrada tan mencionada nunca había tenido lugar, cuando menos nunca entró triunfalmente a esa ciudad. Ahora que son mayores reclaman que mis respuestas eran una muestra de humor negro, fuera de lugar, pero qué hacer si así fue, por lo que habremos de considerar que culpas son del tiempo y no de España.

Lo que no sé cómo será es cómo se dará en esta generación el sistema de órdenes, pero de cierto tendrán que dar muchas explicaciones.

@enrigue_zuloaga-

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