Miércoles, 24 de Abril 2024

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¿Qué nos pasó, mexicanos?

Por: Gabriela Aguilar

¿Qué nos pasó, mexicanos?

¿Qué nos pasó, mexicanos?

La pobreza en México ha estado ahí desde siempre. La desigualdad y la falta de oportunidades que padecen millones de mexicanos, también. Es cuestión de caminar por las calles de la ciudad para encontrarnos en cada esquina, a personas a las que de una u otra forma, el Estado y la sociedad hemos abandonado.

¿Por qué decir ahora que estamos preocupados por ellos? ¿Por qué justo cuando algunas autoridades han decidido brindar ayuda humanitaria a los migrantes centroamericanos, queremos que se les niegue esa mínima muestra de solidaridad, arguyendo que no se hace lo mismo por los connacionales?

Cierto, esos mexicanos merecen que los gobiernos actúen de una vez por todas y terminen con este ciclo interminable de violaciones a los derechos humanos. Que se reduzca y elimine la brecha de desigualdad. Que se apliquen certeramente las políticas y programas de Gobierno para que dejen de morir personas por hambre, por la falta de acceso a la salud, por la violencia. Que las acciones para auxiliar a la población en casos de desastres naturales sean oportunas y accesibles para todas y todos.

Es una larga lista de exigencias la que debemos tener presente, siempre. Y así como debería ser nuestro deber cívico exigir a los gobernantes que cumplan con su obligación y responsabilidad todos y cada uno de los días que se desempeñen en sus cargos, también debe ser un compromiso moral ayudar al más necesitado, sin importar su origen, nacionalidad, credo, preferencias.

Ayudar a los migrantes centroamericanos que se juegan la vida durante su trayecto, no nos impide ayudar a los mexicanos en situaciones desfavorables. Las abuelas decían que donde comen dos, comen tres. Si es legítimo nuestro interés por apoyar al más desprotegido lo haremos, se trate de quien se trate, y le exigiremos igual a las autoridades.

En el más simple de los casos, sólo deberíamos pensar que ellos tienen el mismo interés que nuestros familiares que viven en Estados Unidos: llegar a un lugar mejor, que les brinde las oportunidades que sistemáticamente les han negado en el lugar en el que nacieron.

Me hubiera gustado creer que por la crisis de violencia en la que México se encuentra desde hace más de una década, y que ha provocado incluso un desplazamiento interno forzoso, nuestra reacción al éxodo migrante sería empática, comprensiva, cálida. Qué tristeza y pesar me causa que no sea así, que las reacciones en redes sociales sean de odio y desprecio hacia las familias que transitan por nuestro país cuando ni siquiera nos tomamos la molestia de informarnos por qué salieron de sus países.

¿Qué nos hace creer que somos superiores al resto de América Latina? ¿Qué nos diferencia de quienes odian y discriminan a los migrantes latinos en Estados Unidos? ¿Qué nos pasó, mexicanos?

Por cierto, sirva este espacio también para reconocer a los mexicanos solidarios, que incluso sin tener situaciones privilegiadas, han ayudado a los migrantes. Gracias, siempre.

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