La Plaza de Armas hoy luce cual un terreno minado: vallas a su alrededor y el piso levantado. Cambiar por completo el piso es sin duda una sorpresa, pues ahí no había algún bache y es un gasto que sí pesa. Si las palomas hablaran seguro dirían ¡qué lata!, no tendrán dónde comer ni escuchar la serenata.