Miércoles, 24 de Abril 2024

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Ópera inmortal

Por: Jaime García Elías

Ópera inmortal

Ópera inmortal

La ópera acumula más certificados de defunción firmados por los profetas de su “inevitable, inminente deceso”, que por los protagonistas que han “muerto” en escena durante sus representaciones… Y, sin embargo, sigue tan campante.

En Guadalajara, donde la tradición languidece –ha habido años sin una sola puesta en escena– y sólo se sostiene precariamente por las transmisiones sabatinas de las funciones del Met de Nueva York en el Teatro Diana, la breve temporada de tres funciones (martes 24, jueves 26 y sábado 28), con Pagliacci, de Ruggiero Leoncavallo, en el Teatro Degollado –inaugurado hace 152 años con una “Lucia” encarnada por Ángela Peralta–, reeditó el milagro del Ave Fénix, que renace de sus cenizas.

Sin incurrir en las odiosas comparaciones con las versiones de referencia, esta consiguió calificaciones que fluctuaron entre lo aceptable y lo sobresaliente. De estas últimas, la dirección escenográfica de Ragnar Conde, la escenografía de Óscar Altamirano, el vestuario de Gabriel Ancira, la iluminación de Carlos Arce y el cuarteto de jóvenes acróbatas que aportaron una dosis adicional de gracia y verismo a la representación.

En el aspecto musical, las notas sobresalientes fueron para el tenor armenio Arsen Soghomonyan (Canio) por su convincente presencia escénica pero principalmente por su calidad vocal, volumen, intensidad y el dramatismo que supo imprimir a sus dos arias: “Vesti la Giubba”, al final del Primer Acto, y “No, pagliaccio non son” en el clímax del Segundo. César Delgado (Beppe) se lució en la Serenata de Arlecchino, como Carlos Alberto López Santillán (Tonio) en el célebre Prólogo. El Coro Municipal de Zapopan, dirigido por Timothy Ruff-Welch, tuvo solvencia musical y soltura escénica. La Orquesta Filarmónica de Jalisco, con Dorian Wilson como director huésped, ocasionalmente “ahogó” a los solistas. Irasema Terrazas (Nedda) y Enrique Ángeles (Silvio) quedaron a deber en sus respectivos roles y particularmente en el dúo del Primer Acto.

Hay que consignar, adicionalmente, que si el programa parecía raquítico (Pagliacci es una ópera relativamente breve, que de ordinario se programa en mancuerna con Cavalleria Rusticana), en realidad la función –resuelta en poco menos de dos horas, incluido un intermedio de 20 minutos–, menos maratónica de lo habitual en la ópera, dio la razón a Baltasar Gracián: “Lo bueno, si breve, dos veces bueno”.

Las repeticiones, como ya se apuntó, serán hoy jueves y el sábado, a partir de las 20:30 horas… puntualidad mexicana. 

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