La reforma fiscal de Estados Unidos tendrá un negativo impacto en la economía mexicana provocando una salida de capitales, que algunos analistas financieros estiman entre nueve mil y 11 mil millones de dólares. Parte del mismo paquete, la inflación está en un máximo que no había tocado en 16 años, de 6.63%, y la cotización del dólar retomó su escalada llegando a 19.54 a la venta. Lo que anuncia un difícil panorama económico que debe ser cuidado, pero, el actual manejo de la política sexenal ¿tendrá lo suficiente para frenarlo sin muchas mermas?El deterioro económico provocará más agravios a una sociedad de suyo golpeada. Eventos negativos que se agregan a la tensión creada por el ambiente de violencia creciente y el enojo social por la corrupción y la impunidad. Y esto puede detonar un voto de castigo que determine el futuro del país, no de la mejor manera. Porque en todas partes del mundo, también en México, el populismo se alimenta de este caldo de cultivo: inseguridad, corrupción, impunidad, inflación, enojo y deterioro económico.Y aunque algunos afirman que el Buen Fin mostró un voto de confianza al consumo, al ingreso, hay sociólogos que opinan que este gasto respondió más a la ilusión de olvidar, en el espejismo del consumo, las situaciones de tensión extrema que la población vive. Así el aumento de ventas fue un efímero escape a la negativa realidad.El hartazgo está en todos los ámbitos sociales, pero se mira retratado en la encuesta del Centro Pew, que midió la percepción de la población con respecto a la calidad de vida actual en comparación con la que tenía hace 50 años, y que reveló que los mexicanos sienten que la vida era mejor en 1967 que hoy. Es decir, en estos 50 años, en lugar de avanzar, la población ha perdido calidad de vida. Y como referencia el único país con mayor deterioro resultó Venezuela. Dura percepción de la realidad.Este es el escenario nacional y de ello deben estar alertados quienes desde la administración sexenal tratan de jugar su cotidiano ajedrez, uno en que muchas de las piezas han sido comidas por ‘bobas’, confundiendo reglas del juego, estrategias y tácticas hasta lograr el galimatías nacional que vivimos.Si bien la designación de Meade resulta ser lo mejor en el desierto existente, no convence. Sin embargo, puso orden en el desorden de programas y presupuesto existente en Sedesol; le recuperó el alto nivel a la diplomacia mexicana luego del sótano en el que la dejó Calderón. Actuar esperanzador que Shakespeare retrató en su obra Enrique V. Ese joven que siendo príncipe fue sordo a las necesidades de su pueblo, una vez con la responsabilidad del reino, su visión de estratega obtuvo la victoria en Agincourt, asegurando a Inglaterra tierras francesas, y en su ejercicio del poder llevó a prisión, incluso a la horca a quienes antes sus amigos, hicieron fechorías contra el pueblo; su argumento: ahora este pueblo es mi responsabilidad.Así, el elegido, priísta según la díscola Margarita, podría dar una grata sorpresa, conoce el sistema, el país y sus problemas. Pero la complejidad en que se encuentra México, el agravamiento económico que vendrá el próximo año, requieren acciones más allá de las acostumbradas en campaña. Entonces, no será suficiente con las formas y la cargada del PRI, y Meade tendrá que romper ese esquema de respuestas evasivas para m ostrarle a la población de qué está hecho, avanzando hacia un terreno que toca lo hecho por Colosio.
