Las elecciones presidenciales del 1 de julio las podemos entender como un parteaguas. La presencia de gobiernos que dejaron mucho qué desear en aspectos económicos, de seguridad pública, corrupción, y la fuerza omnipotente de redes sociales marcaron un antes y un después en nuestra manera de percibir la política. Las reglas del juego cambiaron drásticamente.El pueblo mexicano se cansó de las promesas falsas de sus gobernantes y de una hegemonía política decadente. Por lo mismo, la ciudadanía terminó anhelando un símbolo de esperanza, acompañado de una recomposición de la élite política que pudiera representar un nuevo camino. Dicho símbolo se encarnó en Andrés Manuel López Obrador.Un símbolo, sin embargo, no basta para resolver las adversidades nacionales. El triunfo de Morena de ninguna manera nos exime de nuestras responsabilidades. Como ciudadanos, tenemos tres principales tareas: en primer lugar, debemos estar informados de la agenda política del siguiente Gobierno. Seguido de esto, debemos cambiar los argumentos políticos viscerales sin sustento por argumentos analíticos que edifiquen. La democracia le otorgó un voto de confianza a Morena el 1 de julio, pero ello no significa que debemos dejar de revisar cada paso que den de una manera crítica. Finalmente, tenemos la tarea de estar más cerca de nuestras leyes que nunca. Debemos estar conscientes de cuáles son nuestros derechos, pero resulta crucial también estar bien informados de nuestros deberes cívicos. La prosperidad que tanto buscamos para el país requiere necesariamente de reciprocidad.El filósofo alemán Friedrich Nietzsche decía que no hay hechos, sólo interpretaciones. Interpretemos este cambio político sin precedentes como una oportunidad para exigirle no sólo al Gobierno sino a nosotros mismos una participación activa, más allá de nuestras ideologías políticas. Estamos en un punto crítico de la historia en el cual podemos incrementar la polarización y la intolerancia o por el contrario, podemos encontrar nuestras similitudes. Una concepción errónea es que se requiere estar en algún sector del Gobierno para hacer cambios sustanciales por México. A nivel individual podemos comenzar por darnos a la tarea de hacer las cosas más básicas como no sobornar, ceder el paso y tirar la basura en su lugar. Serán los hábitos diarios del conjunto de la ciudadanía los que atenuarán las grandes adversidades del país.La competencia es un motor para la reinvención. En el periodo 2018-2024 nuestros gobernantes tendrán que honrar su palabra y cumplir sus promesas como nos lo aseguraron firmemente, mientras que los partidos que tocaron fondo deberán reajustarse para poder volver a la contienda. Reinventemos nuestra política partiendo del nivel individual, hagamos de nuestro amado país su mejor versión.@Cesareo_EG
