Un columnista con público nacional, Ricardo Alemán, se convirtió en noticia el pasado fin de semana. Subió a su cuenta de Twitter, en la que tiene más de 160 mil seguidores, una imagen en la que se lee: “A John Lennon lo mató un fan. A Versace lo mató un fan. A Selena la mató una fan. A ver a qué hora, chairos”. Y él mismo agregó: “Les hablan!!!”.El debate que siguió fue como la detonación de una bomba en el jardín. Algo que en Twitter, hay que recordar, es la cosa más regular. En ésta y en otras redes sociales se discute por motivos serios y triviales, por cuestiones trascedentes o totalmente superficiales. Y las batallas verbales, las ofensas y las descalificaciones pueden durar días.Para el señor Alemán, acostumbrado a recibir e intercambiar improperios, el asunto pasó a mayores porque se interpretó que estaba invitando a “los chairos” (así son peyorativamente llamados los seguidores y simpatizantes de Andrés Manuel López Obrador) a asesinar al candidato presidencial del partido Morena. En pocas horas fue cesado en dos empresas televisivas donde llevaba años trabajando.El asunto de Ricardo Alemán ya es parte del anecdotario electoral y la carrera por la presidencia. Él lleva años haciendo de sus análisis descalificatorios una suerte de subgénero periodístico que tarde o temprano debía cobrarle cuentas, pero el caso le da vida a un fantasma presente en las elecciones mexicanas: el asesinato de un candidato como medida infalible para derrotarlo.No se trata sólo de traer a la memoria a Luis Donaldo Colosio y su atroz muerte en Lomas Taurinas (23 de marzo de 1994).El actual proceso electoral que culmina el 1 de julio próximo está plagado de violencia homicida. De acuerdo con un recuento difundido por la empresa consultora de riesgos “Etellekt”, desde el inicio del calendario electoral en septiembre de 2017 han sido asesinados 88 candidatos. Una revisión de las investigaciones permite aventurar que en la mayoría de los casos están involucradas actividades ilícitas o relacionadas con el crimen organizado que efectivamente, no se detiene ante políticos de cualquier nivel o partido político si éstos obstaculizan sus ilegales intereses.La posibilidad de un atentando contra cualquier candidato, ya sea un aspirante a la Presidencia de la República o a una humilde alcaldía, es mucho más alta que en las elecciones del año 2012 o las de 1994.Abordar en tono de broma o muy en serio la incitación del odio y la confrontación política hasta el punto de considerar como posible la desaparición física del adversario, es un grado más en la carrera de violencia y mortandad en México. Y vergonzoso, es que la fuente de ello sea un presunto representante del periodismo profesional.¿Qué ocurriría si uno de los candidatos a la Presidencia fuera atacado y muerto? Las consecuencias son tan graves como se quiera imaginar. El equilibrio que existe en el país, totalmente agujereado en diferentes espacios del territorio nacional, quedaría tan pulverizado como los debates que estallan en Twitter.Entre otras cosas, el ejercicio de la política permite dirimir las diferencias sin violencia y sin eliminar al diferente. Eso dice la teoría.(jonas@informador.com.mx / @jonaspalestra)
