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Luis David Adame corta una oreja y triunfa en Madrid

Por: El Informador

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Por Patricio Fernández Cortina

Jueves 17 de mayo de 2018. Con emoción vimos torear a Luis David Adame la tarde de ayer en la Plaza de Las Ventas de Madrid. El reconocimiento a un torero valiente y con oficio fue unánime. Podrán venir críticos, como uno que escribe en un periódico de acá, que dirán que el público de Madrid se ha vuelto “jaranero y triunfalista”, porque pide con generosidad desbordada la concesión de las orejas. No estoy de acuerdo. Con esas posturas siempre negativas ya no se sabe qué da más gusto: si disfrutar de una corrida y, como ayer, pedir la oreja, o pasarse la tarde entera buscando cualquier defecto. No somos perfectos, es verdad, pero en la búsqueda de la perfección florece el arte.

Luis David toreó con valentía a su primer toro, un jabonero de 548 kilos de la ganadería de Juan Pedro Domecq, de nombre “Ombú”. Le hizo un quite por chicuelinas rematado con revolera para llevarlo al caballo, al que el toro fue con fuerza y metiendo la cabeza. Con la muleta comenzó con estatuarios, clavadas las zapatillas en la arena, sin moverse a pesar de la fuerte embestida del toro, concluyendo con un pase de pecho que provocó el unánime ¡olé! de los tendidos. El toro iba y acometía muy bien a la cita, pudiendo ser el único defecto de Luis David el interrumpir la tanda en lugar de cuajarla completa, como una tanda de derechazos que iba de maravilla, pero que él cortó sin razón. Mató con gran estocada, en sitio, si bien un poco caída, lo que le valió para recibir la única oreja de la tarde.

Con su segundo toro, el sexto la tarde, de la ganadería de Parladé, que es de la misma casa que la de Domecq, las cosas no resultaron como se esperaba. El toro peleaba desde los primeros capotazos, embistiendo con mucha fuerza y sin salirse de la suerte. Fue bien picado y Luis David le hizo un quite por zapopinas, pasándoselo dramáticamente pegado al cuerpo, recibiendo merecidos aplausos. Los tres pares de banderillas fueron puestos de buena manera. Al inicio de la faena de muleta se pasó al toro por la espalda, pegándole después dos derechazos y un pase de pecho, con mucho arte. Pero por desgracia, de pronto, el toro se rajó. Comenzó a dar de cabezazos y de saltos, lo que impidió la consumación de la faena. Mató con media estocada y tuvo que descabellar. El público aplaudió el esfuerzo, más que la calidad, porque ésta no la permitió el toro con su juego desigual. Pero la oreja del primero le dio el triunfo de la tarde. Enhorabuena.

De Finito de Córdoba poco se puede decir, pues salió como estando ausente, lejano y con muy poca intención de jugarse la vida. Calculador, toreaba a los de Domecq por fuera, e incluso se salió de la suerte al matar al primer toro, al que pinchó cuatro veces y tuvo que descabellar, recibiendo un aviso. Con el segundo toro se le vio cansado, sin hambre y sin emoción. Y eso no transmite nada a los tendidos. Hubo silencio después de matar.

A Román lo vimos voluntarioso, pero le tocó un lote muy difícil de Domecq. El primer toro no daba pelea, era distraído y no fue posible hacerle la faena, matando con media estocada y descabellando, luego de un aviso. El segundo fue un toro descastado, que se quedaba parado después de cada pase. Mató también con media estocada, y tuvo que descabellar.

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