Las nuevas tecnologías y aplicaciones gestionadas desde las computadoras y, especialmente, desde los teléfonos móviles crean la ilusión de una vida más cómoda y rápida. A través de nuestros celulares y su mar de aplicaciones se puede pedir desde un Uber, la comida, pagar bancos y servicios, el estacionamiento y comprar cualquier cosa, desde una impresora 3D, hasta papel de baño y galletas Oreo.Esta forma moderna de gestionar nuestras necesidades, como el consumo, tiene implicaciones sociales de las que usualmente no somos conscientes, pues la aparente comodidad que nos ofrecen plataformas como Amazon, nos hacen creer que la tecnología nos facilita la vida. Hace que los actos y transacciones sociales parezcan una ilusión: hoy pedí unas galletas desde una app, mañana llegan a la puerta de mi casa, sin saber qué pasó para que eso ocurriera.La decisión de encargar los productos a Amazon en lugar de ir a la tienda de la esquina o en los comercios habituales está generando un cambio radical en los modos de consumir de los últimos años.La acelerada tendencia de Amazon hacia la monopolización del comercio ha convertido a su dueño Jeff Bezos en el hombre más rico del mundo (con fortuna de 118 mil millónes de dólares) y a su corporación en la de mayor valor en apenas cinco años. En semanas recientes tanto Vice como Last Week Tonight de John Oliver dedicaron reportajes al tema. Una de las mayores consecuencias de este modo radical de comprar por Amazon, consiste en la desaparición de grandes cadenas comerciales tradicionles en Estados Unidos. En los últimos años este desplazamiento provocó el despido de más de 400 mil trabajadores. Tendencias semejantes ocurrirán en México y otros países. Amazon se defiende alegando que los empleos que se han perdido en las cadenas competidoras, ahora son empleos abiertos por esta empresa.La empresa declara que gran parte de su eficiencia se debe a que la mayor parte de sus procesos están robotizados, como la compleja red de estanterías. A lo mejor el sueño de Bezos y Amazon sea tener una empresa operada totalmente por robots, pero por ahora no es así. Buena parte del trabajo de respuestas a las compras que los consumidores hacen desde sus teléfonos son hechas por hombres y mujeres en los macros centros de distribución.Los testimonios de trabajadores de Amazon, recogidos en los reportajes citados, revelan que los centros de distribución son tan extensos que durante una jornada de trabajo llegan a recorrer entre 22 y 24 kilometros dentro de los pasillos de la planta para escoger el producto solicitado en la app de Amazon. En una sola jornada, estos trabajadores recorren distancias semejantes a las de un maratón. Además, se quejan de exigencias para recortar tiempos de respuesta a los pedidos, o incluso limitar el uso de los baños, todo para dar pronta respuesta a los pedidos.Como se aprecia, no es tan simple encargar unas Oreo desde mi sofa y así evitarme caminar a la tienda. En otro punto del plantea, alguien corrió un maratón para que mis productos llegaran a casa. Y cada que usamos el app de Amazon para comprar cualquier cosa, contribuimos a hacer a su dueño el más rico del mundo y a su empresa en un monstruo corportativo, cuyo control monopólico del mercado de consumo tiene y tendrá graves consecuencias.
