Miércoles, 24 de Abril 2024

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Los celos, una amenaza para el matrimonio

Por: Guillermo Dellamary

Los celos, una amenaza para el matrimonio

Los celos, una amenaza para el matrimonio

Dentro de las principales amenazas que puede sufrir cualquier matrimonio, acorde al Catecismo de la Iglesia Católica, están los celos.

Ya vimos la discordia y que más o menos se puede evitar, atenuar o francamente superarla, gracias a un conocimiento adecuado y con una verdadera voluntad de amor, y así lograr salir triunfante de ésta amenaza.

Ahora veamos el tema de los celos:

Es una emoción compleja y llena de distintas emociones, sentimientos, pensamientos y fantasías. Pero invade a muchas personas desde la infancia, en relación a los hermanos, luego a los amigos y en forma muy clara y reiterada con las relaciones afectivas, especialmente la pareja.

Sentir celos es algo común, y para algunos autores es hasta algo biológicamente natural por que es una manera de expresar cuidado y protección a la pareja con la que se cohabita y procrea.

Pero no por ser común, es algo normal que se deba de consentir y sobre todo, darle cuerda para que crezca en forma patológica. Y entonces se transforme en un peligro y una fuente de daño y sufrimiento para el mismo celoso y sus relaciones.

Una primera aproximación a explicar el surgimiento de los celos, es la sensación infantil de creer y querer ser el único objeto de amor de cualquiera de los padres. Evidentemente en principio con la madre. Es crecer con el deseo de que tu madre y padre son todos para ti, que son seres que no se quieren compartir con alguien más. Por eso se usa la palabra “mi mamá”, “mi papá”. Porque los sientes como tuyos. Incluso en una conversación con los propios hermanos se dictamina así: “Mis papás”, cuando en realidad no eres más que uno más de los hermanos y además uno de los tantos seres queridos que tienen ellos.

De esta experiencia infantil surge la sensación de propiedad y exclusividad con los papás, y junto a ello la sensación de que mereces toda su atención y de que sean ellos la fuente de caricias, afectos y en fin de la dicha y felicidad que se necesita.

La visión que se forja el infante, la acaba por considerar su realidad. Mis papás me pertenecen, y todo aquello que amo y quiero, es mío. Se desarrolla un sentido de propiedad de lo que uno ama. Y sobre todo se preserva el deseo de yo también querer sentir que soy el único ser amado por ellos.

De esta manera comenzamos a querer cuidar, proteger y defender lo que tan íntimamente sientes que es tuyo.

Continuaremos con el tema.

YR

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