“El dinero y el poder no es el éxito de una persona, sino lo es su legado en la lucha por los deberes del pueblo de México, la democracia, las libertades y la patria. Nuestro legado está en el ejemplo que podamos dejarle a nuestros hijos e hijas”, se lee en la carta que la Presidenta Claudia Sheinbaum envió a la dirigencia y militantes de Morena reunidos el domingo pasado en su sexta reunión ordinaria del Consejo Nacional. Para inmediatamente después soltarles el decálogo de “principios ético-políticos” que proponía asumieran los integrantes del movimiento morenista: 1.- La unidad, 2.- Honestidad, humildad y sencillez, 3.- No al turismo político, 4.- No al amiguismo, influyentismo y nepotismo, 5.- No a un partido de Estado ni corporativista, 6.- Capacitar en el Humanismo Mexicano, 7.- Movilización para defender la Transformación, 8.- Austeridad republicana y primero los pobres, 9.- “No puede haber colusión con la delincuencia, ni organizada ni de cuello blanco” y 10.- Elección de candidatos por encuestas con rigor metodológico y tómbola para pluris.Cada uno de estos puntos del decálogo de Sheinbaum a los morenistas se detallaba en uno, dos o tres párrafos. El único que no hubo necesidad de sintetizar en una frase núcleo fue el nueve, que escribí textual y se refiere a la colusión de la política con los cárteles. Aquí el mensaje implícito es que se continuará tratando con pincitas, al más puro estilo de la 4T, al principal factor que tiene al país sumido en una crisis de inseguridad y violencia, por la complicidad de la clase política y gubernamental con el narco, incluidos, desde luego, los morenistas junto al resto de los colores partidistas.El resto de la carta y de los principios ético-políticos es una lista de buenos deseos con la que todos los que estamos por la vigencia del estado de derecho estaríamos de acuerdo, pero que raya en la inocencia por estar muy lejos de las prácticas normalizadas en ese y otros partidos políticos, y en la 4T como en otros gobiernos que los antecedieron.Pero, también, dentro de toda esta narrativa de moralidad y corrección política hay claros mensajes de inconformidad para los principales dirigentes de Morena que están lejos de haberla respaldado incondicionalmente en estos más de siete meses de Gobierno, como lo hicieron con su antecesor Andrés Manuel López Obrador.A la dirigente Luisa María Alcalde al pedirle reglas claras para la competencia interna del 2027; a Andy, el hijo de AMLO, al lanzar críticas a los amiguismos; a Adán Augusto López por su gusto por los lujos; a Ricardo Monreal por viajar en helicópteros privados; a Gerardo Fernández Noroña por hacer viajes a costa del erario, entre otros.Habrá que ver si la falta de autocrítica para reconocer que, como precandidata y como Presidenta, tampoco atendió ni ha atendido del todo estos principios, no termina por revertírsele este intento de apagar tanto fuego amigo en Morena.