Jueves, 18 de Abril 2024

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Let it be

Por: Eugenio Ruiz Orozco

Let it be

Let it be

En esa eterna búsqueda de los seres humanos por el paraíso prometido, en ese caminar hacia el futuro, en ese andar “pa´lante”, frecuentemente sin brújula o mapa de navegación, existe una intención, un propósito: Ser. El siglo pasado, uno de los principales grupos musicales, The Beatles, pusieron de moda la canción “Let it be” (Déjalo ser). Fue una exclamación de rebeldía de la generación de la post Segunda Guerra Mundial, que exigía un nuevo orden social en el que prevalecieran el respeto y la tolerancia por encima de la fuerza. Finalmente, el saldo de los primeros cincuenta años del siglo XX había dejado enormes dudas sobre si estábamos en el camino del bien común y la justicia social. Las palabras “libertad” y “democracia” resonaban con un sentido nuevo. Los paradigmas emergentes se ubicaron entre los Rebeldes Sin Causa y Woodstock. “Amor y Paz” fue la inspiración. “Déjalo ser” fue un grito de libertad. Los jóvenes demandaban respeto a sus derechos, a ser como se imaginaban a sí mismos: viviendo conforme a sus preferencias, vistiendo la ropa de su gusto, escuchado su música, bailando al ritmo del rock, decidiendo sobre sus cuerpos y luchando por sus ideas. Definitivamente, no querían ser como sus padres.

Hoy, las generaciones emergentes intentan ser y hacer las cosas de manera diferente. Vivimos una época disruptiva: de cara a un futuro incierto, solo existe el presente. Sumergidos en un mundo dominado por el desarrollo tecnológico, impactados por fenómenos como la pandemia, abiertos de mente a nuevas experiencias, lejos de nuestros miedos y de nuestros prejuicios de clase y origen, los jóvenes de hoy, independientemente de su condición social, género, preferencias sexuales y dogmas establecidos, tienen una enorme vocación de libertad. Su movilidad, informalidad en el vestido, irreverencia en el trato y una visión diferente de la sexualidad son, entre otros, signos del rompimiento de los convencionalismos sociales en medio de los que hemos vivido. Los jóvenes de hoy, alejados del patrimonialismo y ante un concepto del éxito distinto del que nos fue enseñado, están tratando de vivir conforme a una realidad que cambió. Los términos en que plantean sus relaciones y el respeto a su individualidad están fuera de toda discusión. Es claro, las nuevas generaciones tampoco quieren imitar a sus predecesores. Sus valores son diferentes y reclaman un tratamiento consecuente con su visión y aspiraciones.

Salta a la vista que esa nueva óptica genera dificultades de entendimiento, acomodo y ajuste intergeneracional: pasamos de una sociedad sólida, corporativista, estamental, jerárquica y egoísta, a una sociedad, individualista, “etiquetaria”, líquida y horizontal en la que los referentes, como las formas, se escurren, los compromisos de vida se diluyen y el pragmatismo se entrona. Vivimos una época diferente, ni mejor ni peor que las precedentes. Tiempos traen tiempos. Este es el de las nuevas generaciones, pero también es el nuestro. Seamos congruentes, es tiempo de atreverse, de abandonar los apegos vacíos, tiempo de amar, tiempo de compartir, tiempo de Ser, así, con mayúscula. ¿Qué o quién te lo impide?

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