Ayer —13 de julio— se cumplió un año del atentado en contra del presidente Donald Trump, cuando un joven intentó asesinarlo durante un mitin de campaña en Butler, Pennsylvania. Han pasado 12 meses y hasta el momento se desconocen los motivos por los que Thomas Crooks quiso quitarle la vida a quien iba a ganar la elección presidencial el 5 de noviembre y, a partir del 20 de enero de este año, pasara a ocupar por segunda ocasión la Casa Blanca.Crooks —antes de ser abatido por los francotiradores del Servicio Secreto—, quien, de acuerdo con las investigaciones que se han hecho, era un dócil estudiante, pero que criticaba la polarización política que provocaba el entonces candidato, disparó en ocho ocasiones en contra de Trump, pero solo logró rozar la oreja derecha. Después de eso, lo que la historia recordará son las escenas de media docena de agentes del Servicio Secreto que se abalanzan sobre Trump, lo incorporan para resguardarlo en un vehículo blindado y él, con el rostro ensangrentado, contuvo la marcha de los agentes en el templete, levantó el puño y gritó las palabras “Fight, fight, fight —Lucha, lucha, lucha—”.Solo unas horas después del atentado —en la edición del 14 de julio de El Informador—, en este mismo espacio titulamos la reflexión: “En el atentado, ¿falló el Servicio Secreto?”. Y en el contenido decíamos que “Ayer, cuando Trump se levantó herido —rodeado por los agentes— y cuando debieron apresurarse a llevárselo —aunque ya no hubiera un riesgo aparente—, dejaron que Trump volteara a la audiencia y por casi cinco segundos arengara a la gente para después proceder a retirarlo del escenario. Y segundo, las primeras investigaciones, es que el responsable del atentado se encontraba fuera del perímetro del evento. Y, de acuerdo con los especialistas en seguridad del Servicio Secreto, los puntos alejados en lugares abiertos —como fue el caso de ayer—, donde puede posicionarse un francotirador, deben estar vigilados y protegidos por cualquier eventualidad. ¿Falló el Servicio Secreto en ambos casos?”Y fue hasta casi un año después del atentado, cuando el pasado miércoles el Servicio Secreto de Estados Unidos dio a conocer de manera oficial que, después de múltiples investigaciones sobre los fallos en la seguridad del entonces candidato, seis agentes fueron castigados por fallas cometidas en el incidente, con suspensiones de labores entre 10 y 42 días, según confirmó la cadena de televisión ABC, lo que a la distancia parecen castigos no tan severos por la gravedad de las irresponsabilidades. Además, tomando en cuenta que un mes después —el 15 de septiembre— hubo un segundo atentado cuando un sujeto con un AK-47 apuntó desde el perímetro del campo a Trump cuando jugaba golf en Florida.“Barato” le salió al Servicio Secreto los errores cometidos que pudieron haber cambiado el rumbo de la historia —del mundo—, además de dilatarse tanto en sacar conclusiones cuando el sentido común nos mostraba las obviedades.Usted, ¿qué opina?
