Miércoles, 24 de Abril 2024

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Las siete vidas del PRI

Por: Rubén Martín

Las siete vidas del PRI

Las siete vidas del PRI

La estrepitosa derrota que sufrió el Partido Revolucionario Institucional (PRI) en las pasadas elecciones generales del 1 de julio ha obligado a sus dirigentes a replantease el futuro de ese partido e incluso la posibilidad de cambiarle hasta el nombre. Algunos, incluso, vaticinan su muerte. Pero antes de asistir a su funeral, hay que recordar que no es la primera vez que el otrora partido monopólico ha atravesado una situación semejante. Como los gatos, el PRI tiene siete vidas.

El partido que ahora se llama PRI ha tenido al menos cinco grandes transformaciones, y ahora se anuncia la sexta gran reforma.

El PRI nació en marzo de 1928 con el nombre de Partido Nacional Revolucionario (PNR) y se constituyó como una organización de los generales y caudillos que se quedaron con el poder tras la revolución popular de 1910. El PNR fue un gran acuerdo cupular entre las facciones revolucionarias para repartirse el poder sin seguirse matando y levantando en armas en cada desacuerdo.

El PNR se transformó en Partido de la Revolución Mexicana (PRM) de la mano del general Lázaro Cárdenas en 1938, en el auge de las reformas cardenistas y de reparto agrario. Uno de los cambios esenciales entonces fue la incorporación de sectores campesinos y obreros a las estructuras del partido, lo que se convirtió en el corporativismo que fue tan eficaz para mantener el poder y el control de la mayoría de la sociedad.

Ocho años después, los vientos del poder viraron a la derecha y en el Gobierno de Manuel Ávila Camacho el PRM transformó su nombre al actual PRI, en 1946. En otros periodos el PRI no cambió de nombre pero sí se le remodeló su ideología. En el sexenio de Luis Echeverría Álvarez, el PRI acentuó su discurso nacionalista, incorporó el discurso tercermundista y hasta antiimperialista, conceptos plagados en los discursos presidenciales.

En 1989, tras su imposición como Presidente del país después del fraude electoral de 1988, Carlos Salinas de Gortari llamó a una “gran reforma” del PRI y encargó la aplicación de esa tarea a su delfín, Luis Donaldo Colosio. A ese efecto se crearon nuevos sectores como el Movimiento Territorial, se incorporó a las mujeres y otra vez se le cambió de ideología: Carlos Salinas le impuso al PRI el “liberalismo social”, un amasijo ideológico que pocos priistas adoptaron y se tomaron en serio.

De esta somera revisión puede verse que el PRI realmente no ha sido un partido uniforme, ni con una ideología definida. El PRI (y sus antecesores PNR y PRM) han sido instrumentos al servicio del grupo de poder en turno. Los presidentes emanados del PRI han tenido la prerrogativa de modificar y cambiar el partido de acuerdo a sus circunstancias y hasta de sus caprichos.

Solamente hay un cambio cualitativo muy importante en esta ocasión: será la primera vez que el PRI pretenda renovarse o reformarse estando fuera del poder. Las anteriores reformas ocurrieron con el control político casi absoluto y teniendo a un Presidente del país emanado del PRI. Ahora no tienen ni Presidente, ni la mayoría del poder político nacional. Y este cambio, probablemente, sea tan significativo que lleve incuso a la desaparición de este partido. Un partido que hasta ahora no ha vivido fuera del poder político nacional.

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