Martes, 23 de Abril 2024

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Las calzadas romanas: beneficios milenarios de la obra pública

Por: María Palomar

Las calzadas romanas: beneficios milenarios de la obra pública

Las calzadas romanas: beneficios milenarios de la obra pública

Un grupo de investigadores de las universidades de Copenhague y Gotemburgo han demostrado cómo un bien público (en este caso las grandes obras de comunicaciones: calzadas y puentes) puede tener una influencia de muy largo plazo sobre la subsecuente provisión de otros bienes públicos y sobre el desarrollo comparativo de las regiones.*

No se necesita ser urbanista ni ingeniero civil para entender que la inversión pública en obras de beneficio general no sólo atrae más inversiones de todo origen, sino que sirve además como detonante de procesos demográficos y prosperidad económica. Y por supuesto que el Estado sabe desde siempre que la integración y el control territorial son elementos claves en la vida política.  

Lo interesante de esta investigación es que comprueba que la red de calzadas romanas que existía ya en el año 117 de la era cristiana sigue vertebrando hoy en día el dinamismo económico en Europa (desde el muro de Adriano en Escocia hasta el Mediterráneo) y también, aunque en menor medida, en el Levante y el norte de África.

Gracias a la fotografía satelital, y sobre todo al extraordinario proyecto del Atlas Digital de las Civilizaciones Romana y Medieval (DARMC, de la Universidad de Harvard),** los investigadores constataron que, dos mil años después, la mayor concentración de la densidad poblacional y la mayor intensidad del alumbrado nocturno (por lo tanto de la actividad económica) se observan precisamente a lo largo de los ochenta mil kilómetros de las vías romanas, aun de aquéllas que sólo en tramos son todavía visibles o que de plano ya quedaron enterradas.  

Los caminos romanos estaban tan bien hechos (y documentados) y eran tan largos que fácilmente se pueden ver y graficar desde el espacio, cosa que hizo en 2017 el astronauta de la NASA Shane Kimbrough, que tomó desde una altura de 400 kilómetros una serie de imágenes que muestran la Tierra de noche.

La eficaz circulación de mercancías y el rápido despliegue de los ejércitos eran el doble propósito original de la red de comunicación. La típica vía romana tenía una anchura de entre cinco y siete metros, para permitir el tránsito en ambos sentidos de vehículos tirados por bestias, y una elevación al centro de unos cincuenta centímetros.

Las vías romanas se construían en zonas que antes no habían tenido desarrollo ni infraestructura, y a lo largo de ellas, al paso del tiempo, se conformaron asentamientos, se construyeron ciudades y se atrajo mayores inversiones en obra pública y actividades productivas. Esa tendencia se ha mantenido al día de hoy, según los economistas que participan en el equipo de investigación, quienes afirman que sí parece existir un vínculo entre la traza de las vías antiguas y la actual actividad económica. Esto se constata sobre todo en Europa. La conexión es menos evidente en el Próximo Oriente y el Norte de África, porque de esas regiones se apropiaron luego pueblos más primitivos que abandonaron el transporte con vehículos de ruedas para volver a las caravanas de camellos.

*https://voxeu.org/article/roman-roads-and-persistence-development
**https://darmc.harvard.edu/

DR

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  • Cultura Romana

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