Jueves, 28 de Marzo 2024

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La vil subversión

Por: Diego Petersen

La vil subversión

La vil subversión

En una canción del compositor y cantante Jaime López se decía que en esta ciudad “el amor es vil subversión, nos quieren restar las fuerzas de amar”. No se refería exactamente a Guadalajara sino a cualquier ciudad del país donde, con más o menos detalles, en todos los bandos de policía y buen Gobierno, prohíben cualquier manifestación de cariño en las calles. Incluso en Guadalajara existía en los años ochenta un párrafo, que fue luego eliminado del proyecto de bando, que decía que era falta a la moral y las buenas costumbres “ser o parecer homosexual”.

No hay nada mas gelatinoso que las buenas costumbres. Se trata en realidad de una forma en que las sociedades se resisten a los cambios. Cada generación tiene sus prejuicios y su ideales y estos bandos terminan siendo una mezcla de ambas cosas. Los bandos son siempre polémicos pues en realidad se trata de códigos de comportamiento esperados en una sociedad que es por definición diversa y plural. Poner los límites es siempre un acto de poder y dominación; romperlos un acto de rebeldía y liberación.

Todos conocemos más de una anécdota, si no es que la vivimos personalmente, de policías que en lugar de estar cuidando la ciudad andan “cachando parejitas”

Las manifestaciones de cariño, llámense amor o sexo, son parte de dichas fronteras. Todos tenemos límites de lo que consideramos o no tolerable en estos menesteres y resulta muy complicado ponerlo en blanco y negro: la situación, el espacio y las formas particulares de cada pareja de expresar sus sentimientos nos pueden resultar más o menos aceptables a cada persona en cada lugar. De la misma manera, todos conocemos más de una anécdota, si no es que la vivimos personalmente, de policías que en lugar de estar cuidando la ciudad andan “cachando parejitas” para asustarlas y bajarles algo de dinero. El bando terminó siendo así un pretexto para la extorsión.

Los cambios en el bando de policía y buen Gobierno de Guadalajara para que la policía no pueda detener a las parejas que tienen manifestaciones amorosas en la vía pública, salvo que algún ciudadano lo denuncie, tiene como objetivo justamente evitar los abusos policiales, aunque no pocos, entre ellos el ultraconservador senador hoy de Morena, José María Martínez, lo han interpretado como una licencia para tener sexo en público. No sé qué telarañas tenga en la cabeza el senador, muy suyas, que vive siempre más preocupado por la moral sexual de los demás, pero de lo que se trata no es de promover el sexo en la calle sino de evitar abusos.

Si nadie denuncia a una pareja es porque a nadie molestan; si a alguien le molesta tendrá la opción de pedir que la policía intervenga. Tan sencillo como eso. 

(diego.petersen@informador.com.mx)
 

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