Miércoles, 14 de Mayo 2025

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La recomposición del mundo

Por: Ricardo Homs, analista

La recomposición del mundo

La recomposición del mundo

Estamos viviendo tiempos inéditos. La declaración de Donald Trump respecto a que Ucrania es responsable de la guerra con Rusia define los nuevos tiempos, marcados por una alianza entre Rusia y Estados Unidos.

La tradicional rivalidad entre Estados y La Unión Soviética, cuyo corazón era Rusia -que dividió al mundo entre socialistas y capitalistas durante la segunda mitad del siglo XX- ha sido superada hoy. Parece haber una alianza entre Donald Trump y Vladimir Putin que pone en riesgo a la OTAN y edifica una barrera que aleja a los norteamericanos de sus tradicionales aliados, los países europeos.

Parece ser que hemos olvidado las acusaciones que se vertieron durante la campaña presidencial en la que Hillary Clinton fue derrotada por Donald Trump, donde los servicios de inteligencia de Estados Unidos denunciaron haber descubierto la intromisión de hackers rusos en contra de Hillary Clinton para debilitarla.

El interés del presidente Trump por acabar la guerra de Ucrania negociando directamente con Putin -sin la participación de Zelensky ni de Europa- no sólo es una intromisión, sino una inaceptable falta de respeto hacia otro país, como lo es Ucrania.

Esta participación norteamericana parte del planteamiento de que Rusia se quede legalmente con los territorios que ya están bajo su control. Esto está convirtiendo a Donald Trump en el juez que, de modo personal, define las reglas de problemas en regiones donde no tiene ni competencia ni legitimidad, asumiendo funciones que corresponden a organismos con representatividad jurídica como lo es la ONU.

Su parcialidad en el conflicto “Ucrania-Rusia” pone en evidencia su alianza con Vladimir Putin, más que el interés de una mediación motivada por principios y valores morales. Significa el fin de un conflicto aniquilando al más débil de los contendientes y, de paso, sacando un beneficio particular, como lo es su pretensión de exigir a Ucrania una retribución por 500 mil millones de dólares como compensación por la ayuda recibida durante tres años por parte del gobierno del presidente Biden, deuda pagadera en especie a través de la cesión de derechos de explotación para extraer de este país minerales críticos y tierras raras que se utilizan con fines tecnológicos.

Definitivamente, el gran carisma personal del presidente Trump ha logrado este liderazgo global que le está permitiendo intervenir -desde una posición de poder- en asuntos que involucran a terceros países, como lo es el caso de la pretendida compra de Groenlandia -que hoy forma parte de Dinamarca- o su exigencia respecto a recuperar el Canal de Panamá.

Sin embargo, la política exterior del presidente Trump no parece estar guiada por el “expertise” de la diplomacia norteamericana -siempre sustentada en principios democráticos-, sino en sus ideas personales y su visión del mundo, donde los intereses que generen beneficios a su país son destacados de forma primordial.

Llama la atención el silencio de las voces claras y honorables de la política y la intelectualidad norteamericana frente a estos desfiguros.

Lo que parecía una cruzada a favor de un regreso a los principios del capitalismo progresista y el respeto a la democracia -y en contra del socialismo populista-, hoy se desvanece frente a actitudes como tachar a Zelensky de dictador, pero no poner reparo frente al autoritarismo de Vladimir Putin, quien gobierna la Federación Rusa desde el año 2000, salvo un periodo en que dejó en el cargo a Medvédev, para retomar el poder después. Aliarse con un dictador que encabeza el régimen comunista original destruye las bases de cualquier cruzada democrática.

Frente a este escenario generado por un líder impredecible -ante el cual ninguna negociación es definitiva-, México no debe permanecer aislado, pues quedaría en posición vulnerable. Para bien o para mal nuestra larga frontera de más de tres mil kilómetros nos genera riesgos, pero también oportunidades de negociación.

Evidentemente, nuestra negociación frente al gobierno del presidente Trump debe ser muy estratégica y racional, y nunca visceral. Hasta ahora, la Presidenta Sheinbaum parece estar reaccionando con sensibilidad e inteligencia. Sin embargo, las alianzas fortalecen y simplemente la percepción de ellas proyecta solidez.

Se vuelve imprescindible acercarse a Canadá y hacer alarde de ello. Con este país tenemos ya una alianza a partir del T-MEC, pero es conveniente fortalecer los lazos de colaboración al grado de una hermandad, lo cual generará la percepción de una pinza territorial. A ambos países nos vuelve vulnerables el aislamiento frente a un socio y vecino tan poderoso.

Además, fortalecer lazos con la Unión Europea aumenta la percepción de fuerza. Todo esto sin descuidar nuestras negociaciones directas con la administración Trump.

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