Algo significativo se está moviendo a favor de la lucha por encontrar a todos los desaparecidos en Jalisco. La desaparición forzosa de los tres estudiantes de cine, Salomón Aceves Gastélum, Daniel García y Marco Francisco Díaz, logró tocar ciertas fibras sensibles y políticas que ha contribuido a romper barreras de falta de empatía y solidaridad que existían en la sociedad jalisciense con las familias que tienen desaparecidos.No es suficiente, todavía para detenerlas y para encontrar a los miles que han sido desaparecidos, pero sin duda es más de lo que se tenía apenas dos meses atrás.Las acciones de solidaridad y empatía se multiplican: marchas ruidosas y silenciosas, marchas pequeñas y marchas con miles, charlas en parques al aire libre, paros de estudiantes, etcétera. Pero lo más relevante, la multiplicación de vínculos de empatía y solidaridad que se traducen en la posibilidad de enfrentar debidamente la guerra.Uno de los hechos significativos en estos casi dos meses de movilizaciones, es el impacto que la desaparición de los tres estudiantes de cine ha causado entre universitarios de varios centros de estudio del Estado. Es cierto que una parte de estas adhesiones son cupulares y que logran poco impacto en el conjunto de la comunidad universitaria, pero al mismo tiempo miles de jóvenes estudiantes han cambiado o modificado su percepción de las desapariciones y al hacerlo, han cambiado su postura ante este fenómeno.Algo se despertó en miles de estudiantes y ese golpe de conciencia de que estamos en un contexto de guerra, los ha movilizado de diversas formas.Una de las manifestaciones más evidentes de este cambio en la subjetividad política de miles de estudiantes, han sido las asambleas primero interuniversitarias, y recientemente por carrera, en la que ha tomado la determinación de acompañar a las familias organizadas que tienen desaparecidos.Lo más significativo de este cambio entre los estudiantes son las asambleas autónomas de varias carreras de ciencias sociales de la Universidad de Guadalajara que se tradujeron en paros activos donde, centralmente, se discutieron las formas en la que los estudiantes pueden vincularse con las familias con desaparecidos y al mismo tiempo, discuten qué tienen qué hacer para no ser desaparecidos. Es un cambio político muy importante.Este cambio político se ha manifestado de manera muy concreta en el encuentro de madres y familiares con estudiantes y jóvenes en la “Glorieta de los Desaparecidos” y el grito que estremece a las madres que llevaban años luchando solas y por su cuenta: “No están solas”.Al mismo tiempo, este movimiento disperso y no centralizado, ha sido capaz de desmontar, criticar y desacreditar la versión oficial sobre la suerte de los tres estudiantes de cine. El Gobierno quiere hace creer que ya han sido disueltos: los padres y familiares, gracias a la tenacidad de colegas periodistas, rechazaron la versión y reclaman que para ellos siguen desaparecidos.La suma de todas estas acciones conforman este incipiente movimiento de solidaridad con los desaparecidos, un primer y pequeño paso en el camino necesario para detener esta barbarie. Lo más importante es evitar que alguien quiera capitalizar o lucrar con esta movilización, y dejar que sean las madres, las familias, las que sigan al frente y convoquen a proseguir esta lucha.
