Después de los éxitos mostrados en las problemáticas de la fertilidad, la burguesía de las islas cercanas a Flegra se volcó con el médico Joseph Trebilcock. Se puso tan de moda que era consultado hasta por parejas que no necesitaban de esos procedimientos.En ocasiones los problemas que se hacían patentes no eran médicos sino legales y morales, como se dio en el caso de una pareja de petroleros venezolanos. La mujer, que parecía ser muy religiosa, tenía muchas dudas acerca de la moralidad de los procedimientos, por lo que en la primera cita pidió que el médico le explicara detalladamente lo que eventualmente haría en el proceso.-Si lo que usted quiere -dijo el galeno- es que le explique en general el procedimiento para una FIVET, lo haré, aunque desconozco cuál será el problema que usted tenga y cuál será el tratamiento que tendría que darle. De este modo lo que voy a explicarle en forma muy general es el procedimiento. Yo soy médico, no moralista, mi trabajo consiste en que parejas estériles o que por alguna causa no pueden tener hijos, los tengan. -¿A cualquier precio? -preguntó la mujer. -Sí -contestó el facultativo-, yo creo que un fin tan noble como lo es el dar vida, justifica los medios que se usen. Pero en fin, le explicaré… Para el mejor resultado de una FIVET se debe estimular la ovulación, lo que hará que la mujer produzca óvulos en cantidad suficiente, el ideal sería diez, los cuales se fecundan. De esos se tendrá éxito, dependiendo del caso, al producir cinco cigotos, los cuales durarán diez días en observación. De los que tengan más probabilidades de lograrse, se implantarán a la mujer dos cigotos, los que tengan mejor desarrollo, para verificar adherencia y tres semanas después se elige al más apto y se elimina el menos apto. -Me está diciendo -exclamó la mujer- que para que yo pueda tener un hijo usted va a eliminar a otro en mi vientre. -Así funciona en lo general este procedimiento -dijo el galeno. -¿Y los otros óvulos fecundados? -preguntó al médico. -También se eliminan, pues ya no tienen para nosotros ninguna utilidad práctica -indicó. -Qué barbaridad -expresó la mujer, dirigiéndose a su marido-, cómo es posible que siquiera accedas que mate a cuatro seres humanos para tener un hijo, sabes de sobra que no voy a aceptarlo, tú sabes lo que deseo tener un hijo, pero no lo haré de otra manera sino con mi tranquilidad de conciencia y lo que me está diciendo este matasanos es que para tener un hijo tengo que matar otros. Así no lo haré nunca. -Cálmate -respondió el marido-, aún no nos dicen cuál es el problema que tenemos, lo que hizo el doctor fue explicarnos cómo se practica habitualmente este procedimiento. Por su parte el doctor terció en la conversación: -Yo le explique a usted cuál es el procedimiento convencional, pero de ninguna manera deseo inquietar su conciencia, yo no creo, como usted lo dice, que el óvulo fecundado ya sea un ser humano, pero si usted lo considera así, entonces tendré que adecuar la técnica.@enrigue_zuloaga