Jueves, 18 de Abril 2024

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La ineficiencia de los autos y la ayuda de Internet

Por: Sergio Oliveira

La ineficiencia de los autos y la ayuda de Internet

La ineficiencia de los autos y la ayuda de Internet

En los años 50 la popularidad del futbol experimentaba un espectacular aumento. Con el afán de soportar cada vez más público, los estadios fueron creciendo hasta llegar a niveles del Maracaná, en Brasil, que podía recibir a más de 200 mil personas. Como no se podía crecer más, o sería ridículo hacerlo, la solución fue electrónica. En el futuro el futbol sería visto principalmente por televisión. Algo de esto necesita hacerse con los autos.

Hace poco una conocida mía fue a visitar a una amiga que estaba de paso por Amsterdam. Ella vive a cerca de una hora, por carretera, por lo que lo más sensato parecía realmente usar su auto para hacer el trayecto. Pero al llegar a su destino le tomó una hora adicional encontrar estacionamiento, lo que puede ser todo menos razonable. El hecho es que moverse hoy en día implica reconsiderar la forma en que nos trasladamos, incluso, la necesidad de hacerlo en primer lugar.

No es una cuestión que involucre solo al automóvil, pero vamos a tomar su origen. El auto nació de la búsqueda por encontrar una forma más limpia de ir de un lado a otro, comparada a a los caballos que, como sabemos, no tienen ningún problema para hacer del baño mientras caminan, dejando ese rastro en las calles. Por supuesto que a finales del siglo XIX nadie se imaginaba que la contaminación del aire que el coche produciría serían mucho peor que el excremento animal. Con su evolución el auto pasó a ser también la forma más rápida y cómoda de moverse hacia un destino distinto. Pero hoy en día el exceso de automóviles en las ciudades hace que con frecuencia sea necesario considerar una nueva forma de transportarse, como en el ejemplo mencionado anteriormente, cuando el tren posiblemente hubiera sido una alternativa más eficiente.

Esto no quiere decir que un coche sea un modelo ineficiencia. Por ejemplo, si alguien necesita ir de Guadalajara a la ciudad de México, puede pensar que un vuelo que tarda alrededor de 50 minutos es la mejor manera de llegar al destino, pero no necesariamente será así. Porque para alguien que vive, digamos, cerca de las avenidas Acueducto y Patria, que necesite tomar un vuelo a las 7 de la mañana, por ejemplo, será necesario salir de casa a las 4:30 am. Le tomará 30 minutos llegar a la terminal aérea tapatía. Luego digamos 10 minutos para tomar su pase de abordar y al menos 40 para pasar el filtro de seguridad. Si el vuelo sale puntual, aterrizará en la Ciudad de México alrededor de las 8:15 am. Le tomará otros 15 minutos para, con suerte, tomar un taxi. Si tiene una cita en Santa Fe, digamos a 10 am, apenas estará llegando a su destino final si el tráfico fue benévolo. Le tomó en total 5:30 horas salir de su casa y llegar a su cita. En auto hubiera probablemente hecho media hora menos, con la ventaja de que una vez en la capital mexicana, tendría un vehículo en qué moverse.

La alternativa

Por supuesto que estos problemas no se deben al auto ni al avión en sí mismos, inventos que se han modernizado y vuelto más eficientes en todos los sentidos, pero sí ambos son víctimas de las circunstancias. El auto por el cada vez más elevado número que vemos en las calles, se volvió su propio enemigo. El avión, con las cada vez mayores exigencias de seguridad, se transformó en una alternativa poco efectiva para viajes cortos, a menos que se tenga un avión particular que, convengamos, es algo impensable para la mayoría de los mortales.

La ineficiencia del automóvil, junto con su fama de villano de la contaminación, hace que muchos jóvenes ya no los quieran como los quisimos los de mi generación o hasta algunos menos entrados en años. Es natural que así sea porque ellos tienen en sus manos una alternativa que no teníamos: un teléfono con conexión a Internet. Esto los acerca a sus amigos de una forma que no era posible anteriormente y abre las puertas para una posibilidad que antes no existía: la de disfrutar el viaje que no necesitamos hacer.

Gracias a Internet podemos hoy no salir de casa para hacer cosas que antes nos obligaba a hacerlo. Podemos comprar en línea, conocer o rever amigos a través de las redes sociales, incluso trabajar de manera remota, lo que no sólo es más cómodo, también nos regala más tiempo y calidad de vida. Porque los coches, con su número creciente que frena su circulación, empieza a encontrar su punto de ineficiencia. Los vuelos cortos, también. La buena noticia es que, como ya dijo alguien, hoy al menos algunos podemos darnos el lujo de hacer el mejor de los traslados: el viaje que no se hace. Todo gracias a la tecnología y justo como pasó con el futbol.

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