Jueves, 25 de Abril 2024

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La escuela como constructora de una sociedad igualitaria

Por: Dra. Ligia García Béjar*

La escuela como constructora de una sociedad igualitaria

La escuela como constructora de una sociedad igualitaria

El pasado 9 de marzo, día de paro de las mujeres, una persona que conozco me platicaba que llegó a su lugar de trabajo y a la par llegaba un colega suyo. Con un comentario que podría parecer ingenuo, dijo “qué raro que hay tan poca gente ¿qué pasaría?”, incrédulo mi amigo volteó y le respondió “pero no recuerdas que ayer fue el 8M y hoy es día de paro laboral de las mujeres que así lo quisieran?”, su compañero de trabajo volteó y dijo: “ahh…eso, no no me acordaba”. Ésta anécdota que podría parecer muy simple, me parece que ejemplifica lo lejos que estamos de ser empáticos con los problemas y las vicisitudes que la mitad de la población del mundo ha vivido y sigue viviendo. Trabajo en una universidad y tengo el sueño de que no haya un hombre en mi institución que viva tan ajeno de una realidad que le toque de cerca, simplemente porque es parte de una sociedad donde convivimos hombres y mujeres y, porque probablemente es hijo, esposo, padre o hermano de mujeres.

El feminismo es un movimiento social que, como cualquier otro, evoluciona y se inserta en las distintas instituciones de nuestra sociedad. La escuela no es la excepción. En la educación formal se transmiten ideas y, sobre todo, se realizan acciones sociales que entienden y asimilan lo que pasa en la vida pública. En un mundo actual, en el que el movimiento feminista ha tomado fuerza, es importante que los centros escolares a todos los niveles reflexionen sobre el rol que tienen para educar personas con una visión más igualitaria del mundo.

Quienes nos dedicamos a la docencia o en general, al ámbito educativo, tenemos la obligación de pensar sobre la condición de la mujer en la sociedad y no podemos estar ajenos a lo que está pasando con el movimiento feminista en el mundo y en nuestro país. Este reto no necesariamente implica tomar una postura, pero sí implica revisar si las personas que formamos parte de una institución educativa y si los procesos escolares de los que somos parte, reproducen comportamientos machistas y de desigualdad o si se están verdaderamente comprometidos con la justicia, la igualdad y la dignidad de todas las personas, más allá de la imagen y de los enunciamientos.

Todos los miembros de una comunidad escolar podemos, desde nuestras trincheras y desde nuestras responsabilidades, visibilizar los problemas de la mujer en su sociedad, puede tomar conciencia sobre cómo concibe a las mujeres con las que colabora, a las que dirige o a las que reporta. Tristemente, no hemos dejado de ser una sociedad machista e incluso violenta contra las mujeres, por lo que es muy posible que aún vivamos en la tentación u omisión de repetir comportamientos desiguales y mientras lo hagamos, seguiremos modelando conductas desiguales en nuestros lugares de trabajo; y si ese lugar en el que trabajamos es una institución educativa, no tenemos derecho de seguir perpetuando prácticas machistas. Hacerlo puede tener efectos negativos para muchas mujeres en el presente y en el futuro.

*La Dra. Ligia García Béjar es secretaria de Investigación de la Escuela de Pedagogía y Psicología de la Universidad Panamericana.
 

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