Viernes, 26 de Abril 2024

LO ÚLTIMO DE Ideas

Ideas |

La Escuela Tapatía de Arquitectura y el Premio Pritzker (y II)

Por: Juan Palomar

La Escuela Tapatía de Arquitectura y el Premio Pritzker (y II)

La Escuela Tapatía de Arquitectura y el Premio Pritzker (y II)

Ensayemos una apretada y arbitraria genealogía de la arquitectura de Guadalajara: el alarife Martín Casillas en el siglo XVI, el alarife José Ciprés, los arquitectos Manuel Tolsa y José Gutiérrez en el XVIII, los arquitectos Jacobo Gálvez, Manuel Gómez Ibarra y  Lucio Gutiérrez en el siglo XIX, los arquitectos e ingenieros Guillermo de Alba, Antonio Arróniz, Ambrosio Ulloa, Alfredo Navarro Branca, Eduardo Prieto Souza a principios del siglo XX; la Escuela Tapatía –con protagonistas ya citados de 1926 a 1936- junto con Porfirio Villalpando y otros alarifes e ingenieros; después Julio de la Peña, Miguel Aldana, Salvador de Alba, Jaime Castiello; la Escuela de la U de G de Díaz Morales a partir de 1948, con los primeros egresados en 1955: Gabriel Chávez y Enrique Nafarrate. Sus maestros principales: Horst Hartung, Mathias Goeritz, José Ruiz Medrano, Juan Palomar y Arias, Bruno Cadore, Eric Coufal, Jaime Castiello, Salvador de Alba. Otros egresados destacados  de esa escuela: Alejandro Zohn (ingeniero y arquitecto), Federico González Gortázar, Gonzalo Villa Chávez, Marco Aldaco, Andrés Casillas, Fernando González Gortázar. Aquí sigue la ruptura lamentabilísima de esa escuela (1962) debida a la defenestración por “elitistas” de sus maestros principales.

La línea de Díaz Morales fue retomada en el Iteso (1963) por Enrique Nafarrate, fundador de esa escuela, y proseguida muy brillantemente por Salvador de Alba. De los primeros egresados: Gabriel Casillas Moreno, Eduardo Vázquez Baeza, Alejandro González Gortázar, Jesús Velasco y Orozco, Felipe Covarrubias, Miguel Aldana Martínez, Felipe Gómez de Sebastián; luego Mito Covarrubias, Luis Gutiérrez, León Leroy, Alfredo Varela, Carlos Ramírez Castro. Esto pasaba entre 1968 y 1972. La línea del Iteso al principio siguió la limpieza formal y moderna de Nafarrate. Luego, aunado a esto, el rigor estructural y constructivo de Salvador de Alba. Más tarde Juan de la Peña, Ignacio Colín, la figura indeleble de Kuni Hartung (asociada generosamente con quien esto escribe), Maira Ríos, Miguel Santa Cruz. Una pausa después con Alejandro Ramírez Ugarte; y siguió como director Carlos Petersen, con quien se renueva y enriquece la escuela. Desde 1972 a 1992 Díaz Morales fue la presencia magisterial más influyente e importante en el Iteso, impregnando, ahora sí, el espíritu de la Escuela Tapatía de Arquitectura en algunos de los egresados ya mencionados antes, quienes de 1980 a 1990 intentaron una especie de segunda Escuela Tapatía, con el redescubrimiento de Bac y la revisión de la obra temprana de Barragán, Castellanos, etcétera. Alguien externo pero actuante: el chilango-español-marroquí maestro José María Buendía, ferviente admirador de Días Morales y Barragán, quien en su obra capitalina tardía tiene gran influencia de la Escuela Tapatía y quien introduce a sus principios y raíces a su principal discípulo, Alberto Kalach, quien ha tenido una larga y esporádica presencia en el Iteso. Luego de la muerte de Díaz Morales (1992) siguió un relativo pero grave extravío que, se teme, persiste hasta el presente.

En 1988 se funda, por Díaz Morales, en confirmación de la línea troncal marcada por Barragán, la Fundación de Arquitectura Tapatía Luis Barragán, vigente hasta el día de hoy, y que ha tratado de reivindicar y rescatar la obra de sus principales figuras. Rescates de la casa de Luis Barragán en Tacubaya, de la Estación de Chapala de Guillermo de Alba, de la casa de Efraín González Luna; otros rescates de obras de Urzúa, Castellanos, Díaz Morales; y muchas pérdidas infructuosamente tratadas de evitar. Al día de hoy se intenta rescatar el Jardín del Mago, la casa de Luis Barragán y la casa Robles León en Chapala; las casas de Juan José Barragán proyectadas por su hermano Luis en Guadalajara, así como, en México, los espacios públicos restantes del Pedregal de San Ángel, la Cuadra San Cristobal y otras, diversas obras.

Así, llegamos a brincos al presente. Del Iteso, otra vez, pero ya en un espíritu más pendiente de las modas nacionales e internacionales: Salvador Macías y Magui Peredo, Elías Rizo, Alejandro Guerrero, Luis Aldrete, Carlos Rodríguez Bernal y otros más. Es quizá factible decir que esta genealogía de alguna manera persiste, más o menos nublada, hasta el día de hoy. Y es conjeturalmente posible apelar a Luis Barragán y a Ignacio Díaz Morales como el nudo de todas estas trayectorias, con sus obvias excepciones. Y volvemos a llegar al Pritzker, el “Nobel de la Arquitectura”. ¿Por qué será, para terminar, que de este influjo variable y difuso, pero al final influjo de la Escuela Tapatía de Arquitectura, tiene al día de hoy, dos finalistas para el premio Pritzker de este año? Quizás Andrés Casillas y Alberto Kalach, los candidatos, pudieran o no tener, en sus obras y en sus dichos, algunas respuestas.

Es imprescindible reivindicar y valorar nuestra tradición, sus rupturas y continuidades, para entender dónde estamos parados y qué podemos hacer frente al futuro. Y ojalá festejemos, este mes, a otro Pritzker mexicano.

Temas

Lee También

Recibe las últimas noticias en tu e-mail

Todo lo que necesitas saber para comenzar tu día

Registrarse implica aceptar los Términos y Condiciones