El gobernador de Jalisco, Pablo Lemus Navarro, ofreció un giro diferente al abordar el problema de los migrantes que están siendo buscados en las redadas que se practican en los Estados Unidos, y que se encendieron inesperadamente en la ciudad de Los Ángeles, donde las protestas ciudadanas se enfrentaron con personal de la Guardia Nacional enviada por el presidente Donald Trump. El mandatario jalisciense anunció que se puso en contacto con el arzobispo de aquella ciudad para ofrecer apoyo y respaldo, además de que personal del Gobierno estatal se ha comunicado con las organizaciones de jaliscienses en el país vecino.El arzobispo de Los Ángeles, José Horacio Gómez, encabeza la comunidad católica más grande en el país y ha sido presidente, también, de la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos. Nacido en Monterrey, Nuevo León, tiene evidentes nexos con los migrantes de origen mexicano.¿Por qué sólo el gobernador de Jalisco efectúa este tipo de enlaces? Quizá puede ser una casualidad: tiene una amistad de muchos años con el clérigo y, coincidentemente, uno es arzobispo de Los Ángeles y el otro, gobernador de Jalisco. Pero más allá de esta coincidencia, el Gobierno federal que encabeza la Presidenta Claudia Sheinbaum Pardo tiene la posibilidad, también, de buscar alianzas en un momento tan difícil para millones de mexicanos migrantes en Estados Unidos, con documentos o sin ellos, porque el ambiente de intolerancia está alcanzándolos a todos.Claudia Sheinbaum podría, gracias a su alto cargo y la evidente ascendencia que se tiene con millones de migrantes en Estados Unidos, establecer alianzas con organizaciones que no son necesariamente gubernamentales y que sí pueden ejercer influencia en favor de los migrantes. Una de éstas es, indudablemente, la Iglesia católica.Aunque se carezca de la cifra exacta, es posible afirmar que la mayoría de los mexicanos que están en los Estados Unidos (se manejan hasta 34 millones) siguen profesando la religión católica. Estrictamente como organización que representa a millones de fieles, la Iglesia católica ejerce un nivel de influencia en el Gobierno del presidente Donald Trump; su mediación podría ser decisiva para influir, como lo pidió la Presidenta, al menos en el respeto a los derechos individuales y la aplicación de la legislación sin llegar a la violencia. La discriminación y el ambiente antimexicano ya es otro tema.El gobernador Lemus Navarro actuó con bastante tino en este caso. Como mandatario estatal no puede hacer gran cosa en favor de los migrantes jaliscienses, pues antes de considerarlos del Estado, se les considera connacionales y pueden acceder al apoyo del que dispone la red consular de la Secretaría de Relaciones Exteriores de nuestro país.Pero tratándose de quienes se han convertido en la segunda fuente de ingresos económicos para México (sólo Jalisco recibió el año pasado cinco mil 503 millones de dólares, y el país completo recibió 64 mil 745 millones de dólares, según la estadística del Banco de México), la verdad es que merecen esfuerzos mayores por parte de nuestras autoridades. Seguramente reciben bien el discurso de defensa desde la mañanera en Palacio Nacional, pero una actividad más fructífera sería acercarse a aliados que, como la Iglesia, pudieran influir en disminuir la actividad del Gobierno estadounidense que, en materia de trato a migrantes, es cuando menos contradictoria y, en muchos, muchos casos, injusta.