Jueves, 25 de Abril 2024

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Íntimo valor

Por: Antonio Ortuño

Íntimo valor

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Sorpresas te da la vida, asentó famosamente el vate Rubén Blades. Y sí. Miren nada más: María Kodama, la viuda de Borges, ha compuesto su primer libro de ficción, titulado Relatos (una pequeña colección de cuatro cuentos), y lo ha dado a conocer en Argentina bajo el sello de Sudamericana, que forma parte del grupo Penguin Random House. Como no he leído el libro (y de momento no he decidido si lo haré, aunque no deja de resultar tentador, así sea para criticarlo) me resulta imposible aventurar algún juicio terminante sobre la prosa de la “novísima” autora. El mínimo fragmento que adelanta el diario bonaerense Página 12 permite, sin embargo, notar el esperado tufillo neoborgiano. Kodama menciona, por ejemplo, que a un personaje unas palabras “le fueron reveladas súbitamente, como sucede con las cosas esenciales”. Estos ejercicios de mímesis los ha intentado cualquier escritor que haya depositado en Borges su fe en la literatura entera en algún momento (y me temo que somos varios miles los que hemos transitado por esos caminos). Creo que fue Monterroso uno de los primeros en notar que ese tipo de “seguimientos” salían mal. En fin. Habrá que leerlos. 

En la entrevista que antecede al fragmento señalado, doña María asegura que sus historias le gustaban mucho a Borges (no aclara si estaban ya escritas y apenas las exhuma o si las compartía oralmente con Borges y él les celebraba el potencial) y que el escritor (aclarémosle a los que no lo sepan que quizá haya sido el más importante de la lengua española desde Cervantes y Quevedo) ardía en deseos de que los publicara con un prólogo suyo, pero que ella desistió por pudor. Solamente, asegura, por insistencia del pintor Alessandro Kokocinski, veinte de cuyos dibujos decoran las páginas del volumen, accedió a dar sus textos a la imprenta. Los editores sostienen, en la contraportada, que la voz de Kodama es “única en agudeza y sensibilidad”. Pero, bueno, tampoco podía esperarse que dijeran nada menos: su trabajo es vender el libro.

Mucho se debatirá sobre la condición de viuda de Kodama. Y no faltarán (estas líneas son un ejemplo) análisis sobre el influjo de Borges en sus páginas. Acá lo que llama la atención es el valor casi sobrenatural que requiere para publicar alguien en la posición de Kodama, casi unánimemente mal vista en el mundillo literario debido a la campaña que emprendió contra aquellos que experimentan las contemporáneas técnicas de “cita al cubo” con las obras de Borges, de las que ella es albacea. Kodama, pues, da a imprenta un libro que será criticado con las vísceras, que será odiado antes de nacer, que será minimizado como mera glosa o caricatura de las obras de su marido. Ese valor, que no es poco, resulta bastante borgiano también y es admirable: sacar un libro cuando nadie lo espera ni lo pide. Ahora quiero que el libro me guste. Pero, de nuevo, lo primero será leerlo. Ya lo mandé pedir. Veremos.

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