Pese al inquietante asesinato ayer del ex diputado Luis Armando Córdova, registrado a plena luz del día en una cafetería de una exclusiva zona de Zapopan, el hecho que el lunes pasado el gabinete estatal en pleno se haya desplazado a la conflictiva Región de los Altos Norte de Jalisco para anunciar un plan de intervención integral en los municipios de Teocaltiche, Villa Hidalgo y Encarnación de Díaz, con una inversión de más de mil millones de pesos es, por donde se le vea, una buena noticia.Que el jefe de gabinete, Alberto Esquer, a nombre del gobernador Pablo Lemus convocara a las autoridades de estos tres municipios asolados por años por la violencia generada por los grupos de la delincuencia organizada, para prometer que cada secretaría y dependencia del Gobierno estatal tendrá presencia permanente en la zona, muestra, como en el caso de las desapariciones, un reconocimiento del problema y la voluntad política para buscar soluciones.La determinación de explorar otros caminos más allá del reforzamiento policial, que evidentemente no ha sido suficiente para detener la narcoguerra que se vive en esa zona de Jalisco, por su ubicación estratégica en la geografía nacional para el tráfico de drogas, armas y personas, además de encontrar comunidades económicamente fuertes para el cobro de piso y la comisión de delitos de su creciente diversificación y abanico criminal.Por eso habrá que cuidar muy bien que toda esa derrama económica anunciada para la implementación de obras carreteras, escolares, hospitalarias, para el agro, programas sociales, para el deporte y la cultura no siga aceitando y ampliando el poder corruptor y de fuego de las mafias. Para ello se requiere no sólo hablar con las autoridades municipales, sino invitar a los pobladores a definir los detalles del plan de intervención.Y es que solucionar el problema de severa violencia e inseguridad que viven las comunidades de esos municipios pasa por romper el cobijo social que han logrado los grupos delincuenciales por años y años de complicidades y corruptelas de las autoridades, que tanto en el Gobierno federal como en el estatal, decidieron dejar pasar y hacer crecer en los últimos seis años este lastre que afectó gravemente la calidad de vida en aquellas y otras localidades.No es la primera vez que se intenta una intervención así. En el Gobierno del finado Aristóteles Sandoval se intentó en dos momentos. Cuando acudió también buena parte del gabinete a anunciar programas y acciones a Jilotlán de los Dolores y Santa María del Oro, cuando se habló que grupos de autodefensa se empezaban a instalar en esos municipios por los narcoconflictos en Michoacán. La prueba de que esa intervención fracasó para pacificar Jilotlán fue el asesinato de un alcalde que se quiso reelegir en 2018 y la imposibilidad de hacer elecciones en 2024.Vino luego el programa “Vamos Juntos” que arrancó en Villa Purificación luego de que, en 2015, el cártel Nueva Generación derribó un helicóptero del Ejército y protagonizó toda una jornada de narcobloqueos en la Zona Metropolitana en respuesta a un operativo en su contra. Aunque en el papel contemplaba ejercicios de consulta a la población para definir las actividades y obras a realizar, nunca se logró el objetivo de recuperar ese territorio.Por el bien de los sufridos pobladores de Teocaltiche, Encarnación de Díaz y Villa Hidalgo, que esta vez se hagan los ajustes y se le dé el seguimiento necesario para que funcione y se logre la tan anhelada paz en aquella región, como en muchas otras de Jalisco y del país también lo claman.