Lunes, 13 de Octubre 2025

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¡Indignémonos! La violencia no es normal

Por: Gabriela Aguilar

¡Indignémonos! La violencia no es normal

¡Indignémonos! La violencia no es normal

Normalizar la violencia, qué ejercicio tan hostil y común. Cada día amanecemos con nuevos hallazgos, desapariciones y homicidios como si fueran una cuota diaria. Más de cuatro puede causar alarma, uno o dos es el pan nuestro de cada día. Uno más, uno menos… como si no se tratara de una familia rota, como si esas personas no le faltaran a nadie. 

La capacidad de asombro se nos está acabando. ¿Acaso llegaremos a un punto donde nadie hará nada por otros? Todavía -y lo hacen muy bien- las redes de apoyo y denuncia ciudadana visibilizan las injusticias y la búsqueda de respuestas, pero en ese intento se les puede ir la vida. Los activistas, los colectivos y las madres buscadoras lo saben, que no cesan en la lucha y, aunque no encuentren a sus ausentes, le dan paz a otras familias con la esperanza de que la tranquilidad llegue a la suya. 

Vivimos en un mundo de métricas con números que suben y que bajan todo el tiempo. En un trimestre sube la violencia y lo creemos; en otro dicen que baja pero vemos las mismas malas noticias de siempre. Este 2023 es el año más violento del sexenio actual e incluso desde el año 2000. Entre diciembre de 2018 y mayo de 2023 se registraron 156 mil 123 homicidios en México, superando ya las 156 mil 066 víctimas contabilizadas en el sexenio de Enrique Peña Nieto, dejando atrás las más de 120 mil víctimas del periodo de Felipe Calderón y las más de 60 mil de la administración de Vicente Fox y la administración del Presidente Andrés Manuel López Obrador todavía no termina. Evidentemente los abrazos no funcionan.

En lo que va de 2023 se contabilizan aproximadamente 83 homicidios diarios, según las cifras publicadas por la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana (SSPC). Y por si fuera poco el 47.6% de los homicidios se concentran en sólo seis estados: Guanajuato, Estado de México, Baja California, Jalisco, Chihuahua y Michoacán. De acuerdo con dicha Secretaría, el homicidio doloso creció un 2%; sin embargo. el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública reporta una disminución de casi el 3% en el mismo periodo. ¿Y eso nos hará sentir más tranquilos? Imposible. ¿A quién debemos creer? 

Independientemente de a quién creer o a quién no, la percepción de inseguridad permanece, algunos la han vivido en su propia piel, otros experimentan el temor de ser una víctima cada día. La Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex) hizo un llamado a no normalizar la violencia que se vive en el país, ese fenómeno que cambia la vida diaria. Para muestra, la Colonia La Jauja, en Tonalá, que desde febrero de 2021 no es la misma luego del atentado a 13 personas en la vía pública donde 11 perdieron la vida. Hace unos días el luto regresó con el atentado a elementos de la Fiscalía del Estado y Policía de Tlajomulco en la Colonia Larios, en Tlajomulco, las víctimas fueron casi las mismas. Y sucede en todas las entidades del país. 

No es de extrañar que haya colonias casi fantasmas, con sus casas vandalizadas y vacías, que se han vuelto un reflejo de cómo la inseguridad se infiltra en todas partes para cambiar el ritmo de vida. ¿Quién permanecería en un lugar donde al lado sucedió un homicidio, encontraron a alguien privado de la libertad o encontraron una fosa clandestina? ¿Acaso nadie pudo notar nada anormal? Sucede todo el tiempo. Cuerpos y más cuerpos encontrados y no identificados en zonas habitacionales. ¿Cómo llegaron ahí sin ser vistos? Normalizamos lo que no es normal.

¿Quién es el responsable? Todos. Todos somos un poco responsables directa o indirectamente. El agresor, el que no brinda justicia, el que entorpece los procesos, el que mira de lado sin actuar. Nos hemos vuelto egoístas, hemos perdido el sentido de comunidad. Afortunadamente hay activistas que nos hacen volver a creer. 

Tenemos observatorios ciudadanos que evalúan el quehacer de las autoridades para brindar una perspectiva de la realidad que se vive fuera de las instituciones, pero no es suficiente. Siempre hay otras cifras. Pero no sólo se trata de números vacíos, se trata de generar cambios. Y todo gran cambio inicia con acciones pequeñas, ésas que se pueden hacer en cada casa incidiendo en la conducta de nuestros hijos fomentando la empatía y la reflexión.

¿Acaso veremos en México alguna vez acciones radicales para combatir la violencia como hace Bukele con las pandillas? Posiblemente no. Quizá en El Salvador el crimen no está tan organizado como en México o quizá el presidente salvadoreño no está dispuesto a normalizar el terror de las pandillas y actúa aun en contra de la popularidad de su partido. Por lo pronto, la transformación prometida no ha llegado al país en este sexenio y en el umbral de las siguientes elecciones el tiempo se le agota al Presidente.

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