Viernes, 26 de Abril 2024

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Francisco I. Madero

Por: Carlos María Enrigue

Francisco I. Madero

Francisco I. Madero

Francisco I. Madero era un tipo originario del norte, miembro de una de las principales familias del país, con una importante vena espiritista y con una obsesión muy clara: al entrar al juego democrático, los males del país desaparecerían por sí solos. Al efecto escribió un libro bastante mediano que llamó “La sucesión presidencial”.

Al haberse consumado el fraude en la elección de 1910, por la que supuestamente se reeligió al presidente Porfirio Díaz, Madero huyó a Estados Unidos desde donde llamó a tomar las armas el 20 de noviembre de ese año. Cuando cruzó había poca gente que se le había sumado, pero de a poco se le fueron uniendo más y más personas hasta conformar un ejército decoroso. Con él se venció a los federales en las batallas y combates de Ciudad Guerrero y Ciudad Juárez. Así, con la toma de ésta última, se obligó a Díaz a capitular y aceptar renunciar a la presidencia, abordando el día 31 de mayo de 1911 el vapor Ipiranga para ya nunca más volver.

Madero, creyente honesto en la democracia no hizo lo que hicieron todos los líderes de revueltas y revoluciones exitosas en México. No tomó el poder de forma inmediata ni pasó a cuchillo a los miembros del antiguo régimen, sino que hubo un presidente interino en de la Barra, quien convocó elecciones a celebrarse hasta el mes de octubre. En esas elecciones, auténticamente democráticas, Madero ganó con el 99% de los votos.

Se dice que en una de sus sesiones espiritistas, Madero había sido advertido de que ciertamente sería presidente de México, pero igualmente se le advirtió que moriría por ello.

Como era su mandato, su trabajo comenzó por modificar constitucional y legalmente el esquema de las elecciones. Así despareció la reelección y se ampliaron los derechos electorales. Hasta ahí Madero creyó que había cumplido.

Desde que tomó el poder fue objeto de duros ataques por parte de los medios de comunicación, ataques como los que nunca habían ocurrido en la historia del país. Un día sí y el otro también aparecían caricaturas y artículos burlándose y humillando al presidente. Un día sí y el otro también se extendían fake news que generaban inestabilidad constante en el país.

El presidente Madero entró en su momento con un capital político grande sin duda. Entró prometiendo muchas cosas pero había una que a él le había importado durante su campaña: la democracia.

El país no tardó mucho en agriársele a Madero porque en realidad había problemas mucho más complejos y profundos de aquél que diagnosticó y que constituía su obsesión. Los que sentían amenazados sus privilegios supieron leer que Madero no estaba dispuesto a convertirse en un tirano y que por lo mismo podrían hacerle la vida imposible; los que habían, o por lo menos así lo creían, contribuido a su acenso querían ver satisfechas sus demandas en plazos y condiciones a todas luces irreales.

Por ello, pronto se le prendió en llamas el país. Orozco en el norte, Zapata en el sur y junto con ellos varios movimientos reaccionarios.

Yo soy de los que creo que Madero no fue represivo, ni limitó mayormente las libertades porque sabía que iba a morir, porque se sentía a sí mismo como mártir.

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