Viernes, 29 de Marzo 2024
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Fiscalistas millonarios

Por: Luis Jorge Cárdenas Díaz

Fiscalistas millonarios

Fiscalistas millonarios

Antes, un fiscalista era un profesionista con bien ganado prestigio por sus conocimientos en las intricadas leyes fiscales, conseguido por medio de estudios de posgrado, diplomados, maestría y doctorado en materia fiscal, además de su experiencia en la práctica y frecuente participación como expositor en eventos de capacitación y educación profesional continua, también por ser públicamente reconocido por su honradez y respeto a las normas de ética. Hoy se sigue aplicando el adjetivo de fiscalista, pero ha desaparecido esa aureola casi mística que los distinguía; hoy abundan los fiscalistas millonarios que han hecho su fortuna en gran parte aplicando los sistemas, métodos y procedimientos para lavar dinero.

La prosperidad de esos fiscalistas se debe a la falta de aplicación de las leyes que, no obstante que desde el año 2012 se creó la Ley General del Sistema Nacional de Seguridad Pública, no ha sido hasta el 1 de abril de 2016 que se creó la Unidad Especializada para la Investigación Patrimonial Económica y de Extinción de Dominio que, después de dos años, no ha producido resultados pues no hay hasta la fecha bienes recuperados y sólo se han podido iniciar cuatro procedimientos en Jalisco.

Las primeras demandas por extinción de dominio fueron presentadas ante el entonces fiscal Eduardo Almaguer. La razón principal de la falta de resultados es que a esta Unidad no se le ha dotado de personal ni presupuesto suficiente, pues sólo cuenta con tres elementos.

Es a esa Unidad a la que le corresponde hacer las investigaciones por lavado de dinero y su labor para localizarlos es tan sencilla, como seguir la pista a los signos externos de riqueza de los fiscalistas  que ostentan automóviles último modelo  con valor de 3 ó 4 millones de pesos y son dueños de edificios y torres en las que han lavado dinero y abundan en Guadalajara.

Debo aclarar que para ser fiscalista se requiere ser abogado o contador público y que los hay de reconocida honradez, con excelente nivel de vida gracias a nuestras leyes fiscales que atosigan a los contribuyentes con exhaustivas auditorías que tienen que contratar al especialista fiscal para atenderlas y no obstante que desvirtúen las diferencias, les liquidan impuestos, actualización, recargos, y multas, por ende tiene que contratarse al fiscalista para que los defienda siguiendo un procedimiento tortuoso, que se inicia con un recurso de revocación, el que invariablemente ratifica la liquidación emitida por la autoridad. El siguiente paso es la demanda de nulidad ante el Tribunal Federal de Justicia Administrativa, que por lo general obra con justicia y si tiene la razón el contribuyente se la otorga. No obstante, la autoridad fiscalizadora se inconforma y pide la revisión, contra la que procede el amparo y es ahí en donde se hace justicia al contribuyente y se expide una resolución definitiva que puede o no ser favorable, pero para entonces, ya transcurrieron varios años en los cuales el fiscalista tuvo que recorrer ese camino, por el cual ha estado cobrando sus respectivos honorarios que, en algunos casos, llegan hasta el 30% del monto del litigio, por eso es que hay fiscalistas muy prósperos que honradamente han conseguido un nivel de vida decoroso.

Es urgente que se dote de recursos a la Unidad Especializada para la Investigación Patrimonial Económica y de Extinción de Dominio a quien se le recomienda investigar a fiscalistas por sus signos externos de riqueza y no estaría por demás hacerlo con algunos funcionarios de la Secretaría de Finanzas del Estado y del SAT.

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