Martes, 23 de Abril 2024

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Fábulas y realidades

Por: Cesáreo Escobedo

Fábulas y realidades

Fábulas y realidades

Existe una fábula sobre una rana que cae a una olla con agua hirviendo y salta de inmediato para alejarse del peligro y no morir. La rana salta a la misma olla al siguiente día, pero en esta ocasión el agua está fría, por lo que decide quedarse a nadar. Lo que la rana no percibió en ningún momento fue que el agua fría subiría de poco a poco de temperatura. Este incremento gradual de la temperatura del agua provocó la muerte de la rana, la cual no percibió la amenaza por su comodidad. 

La anterior fábula es muy sencilla pero contiene un sinfín de sabiduría. Como seres humanos tenemos instintos de supervivencia en escenarios de alto peligro. Esto significa que si percibimos un peligro severo automáticamente escaparemos de dicha situación de una manera innata. Lo podemos ver cuando por accidente metemos nuestra mano a una olla con agua hirviendo y automáticamente la retiramos para prevenir un mayor daño. El verdadero problema al que nos enfrentamos, sin embargo, no es este sino el de las amenazas silenciosas.

Como la rana, en muchas ocasiones no tenemos el discernimiento suficiente para detectar los escenarios que a largo plazo nos pueden perjudicar de una manera crucial. Tendemos a establecernos en escenarios que nublan nuestra visión y terminan perjudicando nuestros futuros por no percibir una creciente amenaza. Si bien en muchas ocasiones resulta sumamente complicado detectar un problema a priori, tenemos la obligación de estar alertas en todo momento sobre lo que sucede en el plano interno y externo. De esta manera, al alinear nuestros pensamientos y deseos sobre nuestro país con nuestras acciones estaremos evitando morir en la olla. 

Considero que esta fábula funciona en cualquier ámbito, desde el político hasta el emocional. Como ciudadanos no debemos tolerar arbitrariedades, abusos de poder o decisiones que nos parezcan erróneas. No debemos tolerar, de la misma manera, un ambiente con un incremento gradual de corrupción hasta que nuestro país, como la rana, se queme y el daño sea irreversible. Tenemos la obligación de percibir situaciones peligrosas para poder cambiarnos a una mejor realidad, puesto que nadie más lo hará por nosotros. El verdadero cambio se genera en el momento en el que se unen las conciencias que perciben una amenaza y logran proponer una alternativa más conveniente para todos. 

El estar activos y reflexivos sobre los cambios que se nos presenten en cada nivel de nuestras vidas, tanto a nivel personal como a nivel colectivo es esencial. No tenemos por qué tolerar el aumento gradual en la temperatura. Contrario a la rana de la fábula, no perdamos visión de nuestro ambiente, de nuestra realidad y de nuestras metas para poder vivir en el país que tanto deseamos. 

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