El Papa Francisco fue sepultado el pasado 26 de abril en Santa María la Mayor. Han pasado ya los días oficiales de luto y las misas novendiales en el Vaticano. Las Congregaciones Generales agrupan a los cardenales, electores o no, para discutir el estado de la Iglesia y del mundo. Hay que elegir un nuevo Papa. Durante la Sede Vacante nadie ocupa, ni siquiera remotamente, el lugar del Sumo Pontífice, de ahí que los cardenales se reúnan con cierta urgencia –entre 15 y 20 días después de su muerte—para tratar de articular el rumbo futuro y elegir de entre ellos a un nuevo pater familias que guíe los próximos años la barca de Pedro.El cónclave es un evento que atrae miradas y atención del mundo entero. Desde las casas de apuestas, hasta líderes religiosos y culturales, chicos y grandes, todos están atentos. Hasta el autodenominado presidente más poderoso del mundo ha querido hacerse presente con una imagen irrespetuosa (no se le piden peras al olmo) de muy mal gusto generada por medio de IA. Todas las miradas apuntan al Vaticano. El Papa no es únicamente la suprema autoridad religiosa de los 1,400 millones de católicos del mundo, es, a pesar de las imperfecciones y errores de la Iglesia que encabeza –y de los suyos propios— el líder moral de facto del mundo entero, como lo acaban de demostrar una vez más las reacciones de propios y extraños ante la reciente muerte de Francisco.El colegio cardenalicio tiene una misión, elegir al Obispo de Roma, el hombre que será el eslabón más reciente de una cadena que se extiende veinte siglos hacia el pasado y 266 papados anteriores. 133 cardenales electores entrarán en la Capilla Sixtina, utilizada por primera vez para ese fin en 1492, cuando Colón llegaba al Nuevo Mundo. Cardenales llegados a Roma de todos los rincones del mundo –por primera vez uno de Haití, Timor Oriental y Myanmar, en un rango de edad que va del más joven con 45 años hasta varios con 79. Y claro, los dos mexicanos, el arzobispo de Guadalajara, Robles Ortega en su segundo cónclave, y Aguiar Retes, arzobispo de México, creado cardenal por el Papa Francisco en 2016.La elección de un Sumo Pontífice es un acto que los católicos consideran sagrado, aunque no por eso menos humano. En el cónclave interactúan, como en toda la historia, la providencia divina y el libre albedrío humano, las oraciones litúrgicas y los aspectos jurídicos. La normativa terrena, precisa hasta el mínimo detalle, y la sobreabundancia de signos que apuntan a una realidad trascendente. El misterio de lo que sucede a puerta cerrada intriga al mundo. Los cardenales se encierran bajo llave para elegir al sucesor de aquel al que Jesucristo le entregó las llaves del Reino de los Cielos. Mucho más allá de lo político, lo que allí sucede es una realidad invisible a los ojos y que únicamente se puede ver con los ojos de la fe. Extra Omnes. Todos fuera. El mundo necesita un Papa.