“Cuando veas las barbas de tu vecino cortar, pon las tuyas a remojar”, dice el popular refrán que pudiera aplicarse a la perfección en el polémico regreso a clases presenciales de lo que el Presidente López Obrador dijo que para finales de agosto “llueve, truene o relampaguee” los estudiantes regresaran a las escuelas. La posición ha sido secundada por el “zar” de la salud Hugo López-Gatell (subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud), quien estableció que “el sector educación será considerado como una actividad esencial ante la pandemia... las clases presenciales se llevarán a cabo aunque el semáforo epidemiológico esté en rojo”.El tema del regreso a clases ya llegó a otros niveles, politizado por el Presidente ante la postura del ex rector de la Universidad de Guadalajara, Raúl Padilla, quien se opone a la propuesta del Gobierno federal de regresar a las aulas ante el problema de salud.Hasta el domingo los casos nuevos de contagio superan los 21 mil diarios, superando los máximos que se habían registrado a finales de enero, lo que es grave y muy alarmante. Lo polémico del tema no termina en las altas esferas de poder, sino que lo encontramos en el tejido de la sociedad, donde padres de familia se dividen en la disyuntiva de continuar con sus hijos en la casa o enviarlos a la escuela. Hay quienes opinan que el alejamiento que han tenido de las aulas los ha retrasado en sus niveles educativos, en lo que tienen toda la razón, mientras que otros hablan de que tenemos que aprender a vivir con la pandemia tomándose las debidas precauciones, en lo que hay sentido común.Sin embargo, en lo que hay que ponerse a pensar si estamos preparados para el regreso seguro a las escuelas. Si las condiciones de los centros educativos y los protocolos que se vayan a aplicar son los adecuados. Hay reportes de las condiciones de abandono que hay en muchas escuelas después de tantos meses de inactividad y de la falta de presupuesto para acondicionarse para que sean inmuebles seguros y que no lleguen a causar un problema más grave.En Estados Unidos, donde se vive exactamente la misma encrucijada y se enfrentan a los mismos cuestionamientos, desde antes de tomar posesión -adelantándose a lo que significaría el regreso a clases y ante la continuación de la crisis de salud- el presidente Joe Biden envío un plan al Congreso “para realizar las inversiones necesarias para que las escuelas sean seguras”. Los recursos necesarios y aplicar los protocolos adecuados. Sin embargo, a pesar de medidas preventivas en algunos estados, como en Georgia, donde ya se han abierto algunas escuelas a las clases presenciales, en los primeros días el número de contagios aumento entre los alumnos, obligando dar marcha atrás en la apertura en muchos centros educativos y cambiando la mentalidad de algunos padres de familia sobre ‘la urgencia’ que tenían para que sus hijos regresaran a las aulas. “Tenemos que estar profundamente preocupados”, dijo Thomas S. Dee, profesor de la Escuela de Educación para Graduados de Stanford.Es por ello que el popular refrán con el que iniciamos este comentario debería de considerarse en México, que aunque “llueve, truene o relampaguee”, por caprichos irracionales o por terquedad senil, debemos de pensar en el regreso a las aulas que se haga apegado a la realidad, en tiempo y forma que no ponga en riesgo la vida de los estudiantes ni del personal docente.¿Usted, qué opina?
