Muchos se preguntan las razones por las que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, está desplegando un conjunto de políticas de distinta índole, la guerra arancelaria contra los países con los que comercia entre ellas, si la razón parece indicar que podría estar causándole un gran daño a sus propios ciudadanos e incluso terminar debilitando su posición como líder en el sistema global. Hay muchos factores que la explican, pero la principal es que Estados Unidos entró desde hace años en su fase declinante como potencia hegemónica en el sistema-mundo capitalista. Ningún sistema socio-histórico (como el capitalismo) duran para siempre, muchos menos las hegemonías mundiales. Lo explicó detenidamente Immanuel Wallerstein en su monumental obra “El moderno sistema mundial”. En la economía-mundo capitalista han ocurrido distintas sucesiones de hegemonías, comenzando con la expansión mercantilista de los reinos ultramarinos de Portugal y España, quienes cedieron la posición hacia el siglo XVII a las Provincias Unidas (Holanda) que expandieron su poderío por todos los continentes. La sucesión de Holanda implicó una guerra mundial entre Gran Bretaña y Francia que ganaron los británicos. Por más de 100 años, los británicos fueron la potencia hegemónica incontestable y la Corona británica se preciaba de que su imperio no veía la puesta de Sol en un día en el mundo. Los comentaristas liberales del capitalismo suelen destacar que la Revolución Industrial catapultó a los británicos como líderes de la moderna producción capitalista. Pero suelen pasar por alto otros hechos históricos. Para reafirmar su dominio como potencia dominante, Gran Bretaña tuvo que vencer militarmente a Francia. Y, además, tuvieron que someter a la India como potencia mundial en la producción textil y a China como potencia tecnológica y geopolítica mundial. A la India la colonizaron y a China la enfrentaron mediante la Guerra del Opio y la ocupación de Hong Kong. La I Guerra Mundial marcó el inicio del fin de Gran Bretaña como potencia principal del capitalismo. La sucesión de hegemonías se libró entre Alemania y Estados Unidos y se completó hasta la II Guerra Mundial. Visto en la perspectiva analítica de Wallerstein, tanto la primera como la segunda guerra son un mismo conflicto por ver quién sucedía a Gran Bretaña como “imperio” o potencia hegemónica. Otra vez, los comentaristas liberales tratarán de resaltar las cualidades de la sociedad de Estados Unidos para el desarrollo tecnológico, su sistema democrático, su capacidad de producción de mercancías y acumulación de capital como explicación del supuesto excepcionalismo de Estados Unidos. Esas ventajas no se explican sin el colonialismo internos (la expansión a costa de los pueblos originarios), de la larga lista de invasiones a decenas de naciones (México en primer lugar), y especialmente, sin derrotar a Alemania y amenazar a la Unión Soviética lanzando las bombas nucleares en Hiroshima y Nagasaki hacia el final de la II Guerra Mundial. La posición hegemónica de Estados Unidos se reafirmó entre 1989 y 1991 con la caída del Muro de Berlín y los países del Pacto de Varsovia. Pero apenas se reafirmaba la posición política hegemónica, los centros de acumulación de capital se iban desplazando al Sudeste asiático. Primero a Japón y luego a los cuatro Tigres Asiáticos (Corea del Sur, Hong Kong, Singapur y Taiwán). Pero ninguno de ellos tenía las capacidades políticas y militares para desafiar a Estados Unidos, todos eran protectorados estadounidenses en el sentido estricto de la palabra.Hasta que el centro de la acumulación del capitalismo mundial se trasladó a China, hace poco más de 30 años. Desde entonces, el aumento de las capacidades de producción manufacturera de la economía capitalista se trasladó a este país y al mismo tiempo recuperó su posición histórica como potencia tecnológica que ha tenido en los pasados dos mil años de historia de la civilización. Ahora la han recuperado. Es cierto que hace 30 años los productores chinos producían lo que les pedían y lo hacían barato y de baja calidad. Rápidamente resolvieron producir con calidad, pero también a producir sus propias patentes y tecnología. El iPhone, la mercancía estrella del capitalismo de Silicon Valley de Estados Unidos, es en realidad un producto chino, al menos en sus capacidades productivas. Pero ahora China está desafiando claramente el liderato tecnológico de Estados Unidos y es muy probable que ya lo hayan superado, al menos en varias ramas de producción. Es difícil sintetizar cinco o seis siglos de sucesivas potencias hegemónicas en el capitalismo mundial, pero este es un resumen del contexto histórico de lo que estamos viviendo. En el pasado, cada sucesión se ha resuelto mediante guerras mundiales entre la potencia declinante y una o dos potencias aspirantes a ocupar ese lugar. Claramente, China ahora disputa la hegemonía mundial a Estados Unidos. La pregunta es si para dirimirla ocurrirá otra guerra mundial o se resolverá mediante otras claves culturales y civilizatorias. La estabilidad mundial depende de cómo se resuelva esta pregunta.rubenmartinmartin@gmail.com