Domingo, 16 de Junio 2024

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Espíritu roto

Por: Gabriela Aguilar

Espíritu roto

Espíritu roto

Hace unos días Diego encontró a un hombre con las manos atadas, apenas vestido y sin zapatos dando tropezones por la calle. La imagen lo dejó helado: su estado era lamentable, no sólo estaba lastimado y maltrecho, llevaba las manos atadas y en ellas le faltaban el pulgar derecho y el meñique izquierdo, no llevaba identificación alguna.

Un calambre recorrió su cuerpo. Pudo haber sido cualquiera, él mismo; los cuarenta y pocos años del hombre le hicieron reflejarse en él. Lo dudó por un segundo, ¿y si alguien lo seguía? ¿Y si se metía en un problema? ¿Y si era un delincuente? Luego del impacto, se dirigieron a los servicios de emergencia donde por su condición el hombre tuvo que levantar una denuncia. Sus familiares acudieron después. Los pocos diálogos que intercambiaron le hicieron saber que vivía solo, así que ahora se recupera con su familia. Contó que lo tuvieron cautivo tres días, que no pidieron rescate a la familia, que no debía dinero ni tenía problemas con nadie. No supo a quién denunciar.

Diego tuvo frente a sí la imagen misma del miedo, del dolor y de la impotencia. Uno de los casos de privación de la libertad, tortura, mutilación y posterior liberación en condiciones sospechosas en el último mes en el Estado que suman ya una decena y que se contabilizan en los municipios del Área Metropolitana. Un formato de violencia que no discriminan a hombres o mujeres. ¿Qué sigue para aquellas víctimas de un evento traumático como un plagio que no reconocen un “por qué a mí”? Pero que son víctimas y que tendrán que salir a las calles y recuperar su vida, incluso con un espíritu roto.

No basta con las desapariciones que colocan a Jalisco en los primeros sitios de la estadística en el país o los feminicidios que van en aumento, ésos que se clasifican como homicidios dolosos hasta que la investigación los etiqueta de otra manera y la balanza se inclina hacia otro lado. Ahora los grupos delictivos tienen víctimas que cuentan historias desde el miedo. ¿De quién debemos cuidarnos?

La percepción de seguridad en el Estado no es alentadora. Contamos con Guardia Nacional, Ejército, Policías Estatales y Municipales en las calles, todos en movimiento, con las corporaciones haciendo mancuerna con universidades de prestigio para la profesionalización de sus elementos, pero los casos de violencia no descienden y los desaparecidos no regresan.

El Área Metropolitana tiene ahora una nueva estructura, nuevos líderes y, como cada trienio, los alcaldes reciben sus municipios con deudas por saldar; sin embargo, tienen frente a sí una bola de nieve que apremia: la seguridad, un rubro en el que urge una estrategia, en el que no se podrá inventar el hilo negro, pero en el que seguramente sí hay aspectos que reforzar y que han sido una asignatura pendiente. ¿Qué hace falta para que se convierta en una prioridad?  

La violencia se encuentra en todas partes: en la casa, en las calles, en cada Estado del país y en todos los países del mundo, pero nos ocupa la seguridad aquí y ahora, brindar garantías para cambiar la percepción y apagar el miedo.

jonasn80@gmail.com / @jonasJAL

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