Corren días extraños para el país (escogimos a un gobierno diferente y las cosas iban a ser, gulp, diferentes) y de la cultura y el arte nos acordamos poco porque hay cosas más urgentes que atender. Y, también, porque el arte y la cultura siguen su propio ritmo, más cercanos a las industrias que los alimentan o a los intereses de los individuos que los animan. Cultura, en una comunidad, no debería significar “política cultural”, ni “programas”, “becas”, “talleres” o “espectáculos” de gobierno.Pero, en nuestra ciudad y en nuestro país, la cultura es algo por lo que le preguntamos a los gobiernos y a los funcionarios. Por eso no extraña que muchos artistas del teatro estén esperando a ver cuál será la línea de acción de los gobiernos locales y estatal de Jalisco respecto de las artes escénicas: estamos acostumbrados a que las tendencias y los espacios comienzan en esas oficinas y esas planeaciones presupuestales. Por supuesto que se espera de los gobiernos una labor mayor: que hagan bien su trabajo, usen el dinero en forma responsable y convoquen en su ayuda a los artistas profesionales.Pero uno extraña también que las iniciativas, las grandes ideas, las propuestas de cambio o consolidación, las exigencias de estabilidad y orden, vengan de parte de los artistas. Que los administradores de los dos o tres dignísimos centros culturales independientes de nuestras ciudades hicieran un pronunciamiento público sobre cómo esperan que sea la política municipal de aquí en adelante. Que los productores y directores de los grupos locales integraran una comisión para hablar con los nuevos encargados del Alarife, del Foro de Arte y Cultura, del Exconvento, del Torres Bodet, del Larva, de la Consti, de El Refugio, para decirles: ustedes no tienen experiencia pero nosotros sí.Y que los artistas levanten la mano para decir: tenemos tales ideas acerca del uso del dinero público; tenemos tal propuesta para garantizar servicios culturales de calidad para tales barrios y colonias; se nos ocurrió esta idea sobre cómo involucrar a escuelas públicas en nuevos formatos educativos vinculados al arte; tal buena idea es barata y funciona muy bien, no se les ocurra desaparecerla.Cambiamos de gobierno, pero, por lo que respecta a la tripulación de artistas, parece que equiparamos el cambio de timonel con el cambio de rumbo. Nomás es gente distinta a cargo del barco; los que reman, los que están ocupados en cubierta, los que advierten cómo sopla el viento, son los artistas.Por lo que respecta a Guadalajara (y a Jalisco, pues), hace años que la comunidad de artistas de teatro tiene una deuda de organización y acción política. Podrían pronunciarse ahora, en lugar de esperar a que resulte que el capitán está loco, que es inepto o que nomás se subió al barco para atender su negocio.O seguir como siempre, atentos a las noticias sobre quién se beneficia con Proyecta y quién ocupa tal oficina. Y a suponer que eso, y montar una o dos obras al año, es haber participado.Y a decir como siempre que, si el barco se hunde, es culpa del gobierno.Carteleras: agoragdl.com.mx / ivangonzalezvega@gmail.com
