Jueves, 28 de Marzo 2024

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En la realidad, abajo es arriba

Por: Augusto Chacón

En la realidad, abajo es arriba

En la realidad, abajo es arriba

Cuatro años de Gobierno federal alcanzan para sopesar qué esperar los dos restantes, y sobre qué reservar las esperanzas. Del mismo modo con los Gobiernos de los Estados, el esquema presidencialista autoritario impone una suerte de mimetismo en los Gobiernos estatales y un intercambio de culpas: es que el Gobierno federal… y éste repone: es que los gobernadores. En el centro de ese círculo vicioso, la gente, sus problemas cotidianos y también su trabajo y su hacer intenso y provechoso en todos los campos, de repente con, pero habitualmente a pesar de los gobernantes.

En 2006 el presidente Calderón se topó (imagen para dar dimensión a su sorpresa) con que porciones de la nación estaban copadas por el crimen organizado, y a falta de un diagnóstico fino, y por la premura que se sigue luego de que algo aparece inopinadamente (imagen para columbrar que la metodología seguida se basó en el axioma: peor es nada), en Los Pinos discurrieron que lo apropiado para atender el aprieto era crear un frente de guerra para el Ejército. 

De aquel estallido estelar (imagen para intuir la magnitud de la decisión) aún padecemos su radiación funesta. Después, el presidente Peña anunció una muda de estrategia, los tantísimos muertos del sexenio previo la hacían perentoria, optó por dejar el tema en las planas interiores del diario de su Gobierno, mientras las Fuerzas Armadas hacían lo suyo -nunca mejor dicho- para fines también suyos; tal vez es injusto con los militares y los marinos, el caso es que lo que fuera que practicaron se mide con que a los tantísimos muertos de antes se añadieron los tantísimos muertos de entonces, con un fenómeno añadido: la desaparición de personas, y la corrupción, que fue un contento para los corruptos y el presidente en el papel de mascarón de la nave llamada Latrocinio.

Consecuencia política de la inseguridad rampante fue el triunfo de Andrés Manuel López Obrador (secuela asimismo de la desigualdad, de la pobreza y la injusticia). Su legitimidad y la pertinencia de sus ofrendas encendieron una luz al final del túnel patrio (imagen para contrastar: de la de la explosión estelar al foco prendido, que no ha iluminado más que 60 watts en la oscuridad cerrada y acechante). Lo oportuno -si de algo sirven los presidentes previos es para que quien los sucede los imite- fue avisar maniobras diferentes contra la inseguridad: sacar a los pobres de entre la pobreza, dar oportunidades a las y a los jóvenes (que se quedó en dar un poco de dinero), y repartir abrazos, no balazos. La descripción de los errores, fallas y mentiras que en cuatro años se han acumulado caben en una imagen: el foco al cabo del extendido túnel parpadea y cada día se alargan los lapsos en que se apaga.

Tres sexenios del presidencialismo de siempre han depredado las capacidades locales, las pocas que había, es verdad, no obstante, imprescindibles para tratar el mal. Perdimos control de territorios, mujeres, hombres, niñas y niños dejados al imperio de mandamases que sojuzgan con las reglas que les convienen, y se anquilosa la República: el Presidente con sus ocurrencias falla y con él los otros órdenes de Gobierno. En Jalisco tenemos muestras, y hay más, los municipios Mazamitla, Encarnación de Díaz y Jilotlán de los Dolores, en el último las elecciones de 2021 no fueron posibles y López Obrador se contentó con prometer una sucursal del Banco del Bienestar, además de su acto reflejo: mandar, dizque, a la Guardia Nacional (el Gobierno de Enrique Alfaro ha hecho mutis). En los dos primeros la inseguridad es parte del medio ambiente, siembra cadáveres y hace florecer el miedo.

El jueves anterior, en la Ciudad de México, la Agencia para el Desarrollo Internacional del Gobierno de Estados Unidos (USAID) convocó al Primer Foro de Reducción del Delito: experiencias municipales. El director de la Misión USAID en el país, Bruce Abrams, dijo que se trata de “crear comunidades de conocimiento” e “intercambiar buenas prácticas”, pues “la solución se encuentra en trabajar con otros actores locales”. Se presentaron seis experiencias, de Morelia, San Nicolás de los Garza, Nezahualcóyotl, Querétaro, Atizapán de Zaragoza y San Luis Potosí. Enunciadas por titulares de seguridad municipales y por policías, mujeres y hombres. De Jalisco estuvieron comandantes de Zapopan y Guadalajara. El foro incluyó escuchar experiencias de Costa Rica y Honduras.

Para resaltar: la representante de la Secretaría de Seguridad Pública federal se constriñe al lugar común: “nos corresponde la definición de las políticas públicas”, sin mencionar el problema por su nombre, digamos, delito, crimen, y menos del organizado. En cambio, quienes hablaron desde lo municipal, de México, Honduras y Costa Rica, mostraron diagnósticos con datos y hablaron de sus estrategias y sus resultados. Y más, algo que para los Gobiernos de los Estados y el de la República es ajeno, es retórica en sus discursos: los municipios ahí representados identifican que un “punto caliente” (lugar en el que ocurre un crimen) es mero reflejo de complejidades que lo circundan, políticas, institucionales, culturales, económicas, las que están, a partir de los conflictos que enfrentan con su propia fuerza, concentrados en atender, sin desestimar el valor de elementos claves: sus policías, a los que proponen no únicamente para contener y prevenir la violencia, sino como factor aglutinante en sus comunidades.

Luego de atender los testimonios, con todo y las salvedades que se pueden, que se deben hacer, es pertinente sospechar que cada municipio es un todo, un país entero, y así debe considerase, no políticamente, administrativamente: los entidades y la federación tendrían que atenerse a aquello de municipios libres y dotarlos de recursos, de toda índole, para que las soluciones para la inseguridad comiencen, terminen y se evalúen en lo local, no con postulados y falacias desde Palacio Nacional, con una visión de los territorios que no sobrepasa la plancha del Zócalo y los prejuicios del Presidente.

agustino20@gmail.com

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