Jueves, 28 de Marzo 2024

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El miedo a las mujeres en la política

Por: Diego Petersen

El miedo a las mujeres en la política

El miedo a las mujeres en la política

Partamos de un hecho: si el mundo, la política, la cultura cotidiana no fueran tan machistas no sería necesario hacer políticas públicas de paridad de género. Si hablamos de obligar a los partidos a postular mujeres en las candidaturas a gobernadora, presidencias municipales y diputadas es porque se requieren acciones afirmativas que desbloqueen el camino de las mujeres hacia el poder.

He citado ya varias veces aquella reflexión de la filósofa catalana Victoria Camps que en una entrevista -1989 en Guadalajara- nos dijo que mientras la lógica machista, obsesa y violenta, siguiera dominando la política, problemas como el de la inseguridad seguirían en aumento.  Cada uno de los 30 años que han pasado desde entonces no hago sino pensar que tenía y tiene razón.

Los argumentos machistas para oponerse a las políticas de paridad de género son siempre las mismas: el acceso al poder no es una cuestión de género sino de capacidad. El resultado de los gobiernos recientes demuestran lo contrario: los hombres que han llegado al poder en los últimos años no ha sido por su capacidad y han resultado, por decir lo menos, tan malos como la peor de las mujeres. Y lo mismo podemos decir a la inversa: salvo excepciones, las mujeres en el poder no son mejores que los hombres. Esto es un falso argumento: que una mujer o un hombre gobierne en un territorio específico no hará diferencia por motivo de género. Pero si muchas mujeres gobiernan y son al menos el mismo número que los hombres, entonces lo que cambiará será la lógica política: los hombres en el poder tendrán que ser menos machos y las mujeres  empoderadas de verdad podrán al fin cambiar la lógica en la toma de decisiones.

La paridad de género no se trata, como lo ha planteado, desde mi punto de vista erróneamente, el Instituto Electoral y de Participación Ciudadana (IEPC) de Jalisco de que exista en mismo número de candidatas y candidatos en los municipios y distritos donde los partidos tienen posibilidades de ganar, sino de asegurar que las mujeres tengan acceso a los puestos de decisión. La fórmula por la que optó el Instituto (no quisiera pensar que fue para allanarle al camino a los candidatos del gobernador, pero eso parece) va a provocar que en los municipios de la zona metropolitana siga imperando el machismo político. El resultado de esta decisión la veremos después de las elecciones, pero desde hoy podría apostar que en la zona metropolitana de Guadalajara las mujeres quedarán borradas del mapa de las decisiones y el Instituto y los partidos echarán la culpa a los electores y no a la falta de una política afirmativa eficiente.

Abrir el camino a las mujeres hacia el poder no es una moda o una concesión graciosa, sino reconocer que el machismo político ha fracasado, pero de eso es de lo que los hombres, por miedo a perder el poder, no queremos hablar.

diego.petersen@informador.com.mx

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