Desde el primero de diciembre del 2018 el presidente de México Andrés Manuel López Obrador ha llevado a cabo casi 850 mañaneras. Es el nombre que le se ha dado a sus conferencias matutinas ante algunos periodistas y personas que le sirven de paleros, que han sido un medio directo para informar de lo que hace, expresar de lo que piensa, contestar lo que quiere, hablar de sus proyectos, dar lecciones de historia y arremeter en contra de la oposición, de sus enemigos políticos y de los medios o analistas que no concuerdan con su filosofía.Es un sistema de informar y gobernar mediante un lenguaje muy popular, que durante dos horas en promedio diarias mantiene en vilo a México para conocer cuales son las novedades gubernamentales o las ocurrencias de la madrugada. Todo esto no es nuevo, ya ha sido utilizado por otros mandatarios en el mundo, que le ha funcionado al presidente mexicano porque todos los días está en boca de todos y es el tema central, no de muchas, de muchísimas conversaciones.Para los seguidores de López Obrador dicen que les habla de la realidad del país y no estar a expensas de lo que los medios de información les quieran decir, además de darles certeza de hacia dónde va el país. Para sus opositores, la mañanera sirve como un aparato de propaganda para atacar a sus críticos y lo culpan de hablar más de lo que hace y lo que le conviene.Para bien o para mal, la mañanera marca una agenda.A propósito de estas conferencias, la revista Merca 2.0, especializada en mercadotecnia, publicidad y medios, que lleva una contabilidad detallada sobre la duración, contenidos e invitados, entre otras cosas, hizo un estudio sobre la cantidad de personas que siguen la mañanera a través de las redes.En la página de Lopez Obrador tiene dos y medio millones de seguidores, mientras que en la página de la presidencia supera el medio millón. Por supuesto que no todos siguen por las mañanas la conferencia, pero de quienes en promedio sintonizan, desde el mes de septiembre pasado los números se han desplomado drásticamente indica el estudio de Merca2.0.Se concluye que la frecuencia del evento, temas, repetición de argumentos y falta de contenido han provocado un desgaste y una saturación en la audiencia, que también se refleja en los medios de comunicación, que no publican tanto de lo que se habla en la mañanera, así como tampoco hacen acto de presencia con la misma frecuencia en Palacio Nacional.Así que entre sus múltiples pendientes López Obrador debe buscar una nueva manera de informar y seguir llamando la atención, porque con los “Me canso ganso”, “Como anillo al dedo”, “Abrazos no balazos”, “La mafia del poder”, “La prensa Fifi”, “Primero los pobres” y “No es mi fuerte la venganza”, ya no alborota el gallinero. A menos que el presidente diga “yo tengo otros datos”. ¿Usted, qué opina?
