Viernes, 17 de Mayo 2024

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El “crystal”, droga del demonio

Por: Jonathan Lomelí

El “crystal”, droga del demonio

El “crystal”, droga del demonio

Cuando me lo comentó me pareció todo un descubrimiento. Recuerdo que pensé: ¿aquí está la clave que explica la violencia? ¿O una parte de esa respuesta que todos buscamos? 

Esa tarde, mientras bebíamos un café sobre la calle Libertad, mi interlocutora, una consultora en temas de seguridad y violencia de género, me contó que llevaba semanas analizando diversos expedientes sobre violencia. Entonces soltó así el comentario: ni te imaginas cómo influye el “crystal” en todos estos casos trágicos.

Esta semana, Salud Jalisco dio a conocer los resultados del Sistema de Vigilancia Epidemiológica de las Adicciones 2022. Trae datos escalofriantes sobre el “crystal”. 

En 2010, el cuatro por ciento de los atendidos en centros de rehabilitación en el Estado reportaron una adicción a su consumo. Esa cifra aumentó a 68 por ciento el año pasado. De hecho, el “crystal” es la droga ilegal más consumida si descartamos la mariguana. Incluso más que la cocaína pues es más barata. 

El “crystal” se encuentra dentro de las llamadas “drogas de diseño”. Es derivada de la anfetamina, medicamento inicialmente para pacientes con asma, que sintetizado produce la metanfetamina (“crystal”, hielo, ice) y otras drogas. 

Sus efectos son muy distintos al resto de las sustancias psicoactivas que se clasifican en estimulantes, depresoras y alucinógenas. El “crystal” pertenece a este último grupo que perturba la conciencia y altera la percepción de la realidad.  

Una inmersión en la literatura sobre sus repercusiones revela que los estimulantes anfetamínicos producen efectos intensos en el sistema nervioso y cardiovascular. Su consumo causa sensación de euforia, inestabilidad de ánimo, irritabilidad y aumento de la agresividad. 

También provoca ideación paranoide (el consumidor siente que lo persiguen). En dosis altas genera temblores, hemorragias nasales y alucinaciones con sensación de tener insectos bajo la piel. Pero sobre todo, el “crystal” es neurotóxico, es decir, mata las neuronas rápidamente. 

La cocaína, ligada también a la violencia, produce falsas ideas de grandeza, obnubila el juicio, aumenta la impulsividad y en dosis altas genera delirios. Pero es más cara, por eso el “crystal” es más consumido. (un dato me sorprendió: una mujer por cada nueve hombres consume cocaína; no debe ser muy distinto con el “crystal”). 

Hay dos tendencias generales en el consumo de drogas en México: la edad de inicio es cada vez más temprana y cada vez son más baratas y accesibles. 

Las drogas son un problema de salud pública pero además socavan la gobernabilidad, el cumplimiento de las leyes y amenazan la convivencia y la paz social. 

Me pregunto si alguien en el Gobierno ha estudiado la relación causal entre el “crystal” y la violencia homicida y feminicida, los niveles récord de violencia familiar y otras psicopatías y comportamientos antisociales. 

Esta crisis no se resuelve sólo con patrullas y policías ni con achacar al ámbito doméstico-privado un problema a todas luces de salud pública. 

 jonathan.lomeli@informador.com.mx

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