Jueves, 28 de Marzo 2024

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“El caballo de Troya”

Por: Carlos Enrigue

“El caballo de Troya”

“El caballo de Troya”

Existe una gran ventaja cuando termina una guerra y es que precisamente se sabe que terminó, muchas veces sin que haya un acuerdo evidente y entonces, cuando Eneas inicia el relato de la caída de Troya, todos los demás enmudecemos y nos llama la atención cómo él empieza desde su alto diván a hablar, ignorando a los mirmidones e incluso a los dánaos cuando narraban la excelencia de Troya.

De cierto que los jefes de los dánaos estaban terriblemente cansados por los años transcurridos y con el arte divino de Palas, construyeron un caballo del tamaño de un monte, con fabricación de abeto, fingiendo que era una ofrenda votiva.

Entonces Laocoonte desde lejos advirtió, al igual que Casandra, que el caballo era una trampa y dijo a los troyanos que no se fiaran del supuesto regalo. Nótese que en la Ilíada la caída de Ilion se supone pero no se narra. Tenemos que esperar a que Eneas lo cuente, porque a Casandra no le creyeron ni a Laocoonte, ya que la verdad no tiene grandes lugares en la historia.

Incluso el prodigio más pavoroso de la historia se comprende cuando Laocoonte, designado sacerdote de Neptuno, fue envuelto por dos roscas gigantescas que saliendo de las aguas, tendían hacia la orilla. También entonces Casandra abrió sus labios anunciando los hados inminentes, con la circunstancia de que a ella no le creen, porque la dote que le dio la sabiduría (Apolo), se la quitó. Y Palamedes era odiado por Ulises, porque el viajero del Nostoi se fingió loco para no ir a la guerra de Troya, esa Troya donde aparecieron las culebras que devoraron a Laocoonte e ignoraron a Casandra.

La narración de la derrota se da más por las apariciones a Eneas y a Laocoonte, y habiendo sido el que había entregado a Helena a favor de Paris, mas no se limitaron los prodigios. Así, los sacrificios a favor de la madre Venus y otros dioses no se contaron porque casualmente había un cerro y en la cima un cornejo trenzado a un arrayán, y si nació en Troya no era extraño a ella sino parte del tronco que huye, escapando de una playa.

Así le hizo Polidoro, a quien Príamo en secreto envió al rey de Tracia y ya muerto se rindieron honras fúnebres. Si bien las olas se liberan de las playas, las harpías están presentes, apareciéndose como si fueran deseadas, ahora bien Palimoro guió la nave desde lo alto de la popa llamando a Neptuno.

Entonces, sugestionado por Atenea, Epeo fabricó con ayuda de la diosa el caballo de madera, que Ulises, tras llenarlo de hombres, llevó con engaños al alcázar. Los que se encontraban escondidos dentro del propio caballo son aquellos que a final de cuentas asolaron a Troya.

Del mismo modo, en Las troyanas se narra cómo Epeo, convencido por las artes de Palas Atenea, ideó un caballo de abeto henchido de hombres, de hombres armados que introdujeron la mortífera imagen dentro de los muros, de donde salieron las armas que vencieron a los troyanos, entre ellos a Príamo, gracias a las lanzas escondidas.

Parece increíble la existencia de tan pocas narraciones acerca de un hecho tan trascendente para una historia de guerra que termina con certeza. 

@enrigue_zuloaga

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