Lunes, 13 de Octubre 2025

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El Estado mexicano RIP

Por: Eugenio Ruiz Orozco

El Estado mexicano RIP

El Estado mexicano RIP

La vida y la política están llenas de simbolismos. A lo largo de la historia la disputa por el poder ha estado revestida de acontecimientos que han modificado la geografía del mundo y los comportamientos de la sociedad. 

La “Querella de las Investiduras” es un capítulo en este escenario. Enrique IV, Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, y el Papa Gregorio VII disputaban, en el año 1075, el derecho al otorgamiento de dignidades eclesiásticas (privilegios).

Es famosa la pintura que representa al Emperador a las puertas del Castillo de Canossa solicitando, vestido de harapos, ser recibido por el Papa. 

El Papa, aunque con conflictos, era el hombre más poderoso de Europa. El Emperador tuvo que postrarse a sus pies.

En México, por muchos años, el poder del Presidente era el punto culminante de cualquier gestión. Fue el hombre más importante y poderoso del país. Era la instancia final. Todos fuimos testigos de cómo los empresarios, políticos, intelectuales, autoridades eclesiásticas, líderes sindicales, dueños de medios de comunicación y los integrantes de la pirámide social, acudían a su gracia. 

Luego, sucedió algo. Los políticos, argumentando que necesitaban recursos económicos para sus campañas, se alejaron de la política y se acercaron a los hombres del dinero. Primero, el dinero “limpio” con los compromisos inherentes al tráfico de influencias. Se hicieron socios. Luego, llegó el dinero obscuro y los hombres públicos fueron cediendo, a pedazos, primero su autoridad y luego su libertad. Del honor de servir a la sociedad ni hablamos.

El que el señor Presidente de la República haya viajado a Badiraguato con un pretexto infantil, por decir lo menos, reviste un simbolismo ominoso.

Es la claudicación del Estado Mexicano frente al poder del narcotráfico. 

La Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, el documento fundatorio de nuestra Nación, señala expresamente que la Soberanía radica en el pueblo y que es el Presidente el responsable de velar por ella. Es su custodio. Por eso, cuando el Presidente, en un acto verdaderamente irresponsable, hinca la rodilla ante la representante -se acepte o no- de un poder informal que compite con el Estado Mexicano, va contra la Historia de nuestro pueblo. Contra sus luchas por la libertad y la justicia.

En la antigua Roma se decía que “la mujer del César no solo tenía que ser honesta, también debía parecerlo“. 

Por recato y respeto a los miles de víctimas (civiles, personal del Ejercito y Marina Nacionales y cuerpos de seguridad, seguramente en su mayoría honestos) que ha producido la industria del narco y porque el General en Jefe de las Fuerzas Armadas es el principal obligado a cumplir la ley, no puede exhibirse con quienes, es del dominio público, han usurpado las funciones del Estado alterando la normalidad de la vida nacional. 

Dice el Presidente que saludar a la Señora fue un acto de civilidad y que ella no es una delincuente. No seamos ingenuos. Seguramente la camioneta en la que viajaba fue adquirida por ella lavando ropa ajena. 

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