Viernes, 26 de Abril 2024

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Educar a que suceda lo inesperado

Por: Guillermo Dellamary

Educar a que suceda lo inesperado

Educar a que suceda lo inesperado

Es muy frecuente querer enseñar a los jóvenes la importancia del control y dominio de lo que queremos que pase, y hasta nos esmeramos en enseñar a definir, con la mayor precisión posible, lo que esperamos y deseamos como un objetivo en la vida.

Y claro que está bien y debemos de promoverlo como parte de la planificación y así concretar nuestros esfuerzos en objetivos claros y definidos. Pero las cosas no siempre salen como queremos, hay muchas variables y circunstancias totalmente fuera de nuestro alcance. Por ello, cobra mucho sentido que Edgar Morin nos sugiera una educación a futuro también basada en lo inesperado que “nos sorprende porque nos hemos instalado con gran seguridad en nuestras teorías, en nuestras ideas y éstas no tienen ninguna estructura para acoger lo nuevo. Lo nuevo brota sin cesar; nunca podemos predecir cómo se presentará, pero debemos contar con su llegada, es decir contar con lo inesperado”.

La rigidez en nuestras expectativas con la vida nos expone a la fragilidad frecuente de las frustraciones, al no salir las cosas como las visualizamos. Y la verdad, no es plan el estar constantemente enojados porque las cosas resultan de diferente manera.

Tanto en las ciencias como en el conocimiento en general, aparecen constantemente nuevos hallazgos, refutaciones y brillantes pruebas que hacen cambiar un paradigma de la noche a la mañana. Ese es el espíritu del investigador, ir en busca de novedades que confirmen o reprueben una teoría. En eso consiste el estar también preparados para resolver los retos de la vida cuando los escenarios son muy diferentes a lo que esperábamos.

Nada es definitivo, ni tajante, ni absoluto. La flexibilidad junto a la capacidad de adaptación son un verdadero complemento en la formación del carácter intelectual de las futuras generaciones.

El pensamiento crítico no sólo se refiere a las teorías, paradigmas ideológicos o a las opiniones de los demás, sino también para tener una clara autocritica, para cuando las cosas no son como las queremos ver, ni salen como queríamos. Estar preparados también para cambiar a lo nuevo y no quedarnos atrapados en nuestros apegos.

Lo inesperado es pariente cercano de la incertidumbre, que nos permite perder la seguridad con lo que ahora tenemos y poseemos, y al mismo tiempo tener claro que algo nuevo puede surgir y cambiar todos nuestros planes y no reaccionar con tragedias y dramas porque hay nuevas circunstancias que no fueron previstas ni consideradas.

En el aula de clases es pertinente enseñar lo lógico de las cosas, el conocimiento que tenemos de los procesos de investigación y los hallazgos que obtenemos. Pero también es importante que se enseñe que hay imprevistos, que existen variables que no conocemos y que nos pueden sorprender su aparición. De esta forma podemos anticipar que tomemos en cuenta lo inesperado, pues forma parte también de la realidad.

Que no nos agobie ni altere emocionalmente lo incierto e inesperado, pues forman parte de las experiencias que hemos de afrontar.

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