Y con el sello de la casa, otra vez el dramatismo se ha hecho presente en los caminos de los Charros de Jalisco. Una constante que ya parece parte del ADN del equipo y que, lejos de ser casualidad, ha venido repitiéndose en las más recientes campañas de la Liga Mexicana de Béisbol, nuestro circuito profesional estival, que congrega pasiones, ilusiones y desbordadas emociones entre primavera y verano.La historia se repite: los Charros han transitado el calendario regular dando tumbos, con intermitencias que hacían dudar incluso a los más leales seguidores. Rachas victoriosas que ilusionaban, seguidas de derrotas desconcertantes que ponían en duda la solidez de la novena jalisciense. Con altibajos y sobresaltos, parecía que la clasificación se alejaba, y no fueron pocos los que anticipaban un cierre amargo. Sin embargo, la garra, la entrega y la capacidad de sobreponerse a la adversidad se hicieron presentes para, en el último resquicio disponible, capturar el sexto lugar de la clasificación, ese que todavía otorga boleto a la Fiesta Grande. Ingresar por la puerta estrecha, sí, pero ingresar al fin.Y como dicta la esencia del béisbol —donde nada está escrito hasta el último out—, en la postemporada los Charros dieron un golpe de autoridad inesperado: vencer nada menos que a los Sultanes de Monterrey, líderes generales de la agenda regular, que llegaban con estadísticas apabullantes y una plantilla que, en el papel, lucía superior. Nadie daba un peso por Jalisco frente a la potencia regiomontana, pero el diamante suele tener su propia lógica. Los Charros arrancaron con fuerza en el mismo Monterrey, arrebatando no uno sino dos juegos en campo ajeno. Con esa ventaja, bastaba un triunfo en casa para dar el batacazo, pero fieles a su estilo, complicaron la tarea: perdieron los cotejos subsecuentes en Zapopan y tuvieron que ir a definir a Nuevo León, con la tensión al límite. Fue en el séptimo y definitivo cuando, contra todo pronóstico, los jaliscienses lograron doblegar a los Sultanes, empujándolos al consuelo de clasificar como “mejor perdedor”, y confirmando que, cuando se trata de dramatismo, nadie supera a los Charros.La semifinal frente a Unión Laguna fue otro capítulo de montaña rusa. Dos victorias iniciales en Torreón parecían encaminar la serie. Un tercer triunfo en casa puso la mesa para la estocada final. Pero los Charros, fieles a la tónica sufrida, dejaron escapar oportunidades y se vieron alcanzados en la serie. Todo se definió, otra vez, en el séptimo. Llegaron a la novena entrada con la desventaja de una carrera, el aliento de los aficionados contenido en un puño, y fue entonces cuando el milagro apareció en forma de bambinazo que volteó la pizarra.El destino quiso que el rival vuelva a ser Monterrey. Los Sultanes, heridos en su orgullo, buscarán revancha, y los Charros tendrán que demostrar que lo ocurrido en la primera serie no fue casualidad, sino producto de entrega, de carácter y, sí, también de talento. Hoy domingo 31 de agosto comienza la contienda en el estadio Panamericano de Zapopan, recinto que se ha visto revitalizado gracias a la lealtad de una afición que no abandona, que ha colmado las gradas con pasión creciente, haciendo del inmueble un auténtico hervidero de emociones.Lo deseable, claro, sería que esta vez el pase a la Serie del Rey no llegue con tanto sufrimiento. Que el equipo logre consolidar su ofensiva, que el pitcheo sea sólido y que las decisiones tácticas se conjuguen en armonía. Que los aficionados puedan disfrutar de victorias contundentes y no vivir con el corazón en la mano cada turno al bate o cada lanzamiento al plato. Pero si algo hemos aprendido de estos Charros es que el dramatismo no solo es su marca, sino también su combustible: se crecen en la adversidad, se reinventan en la presión, y parecen disfrutar jugar con fuego, para después resurgir de las brasas.La afición, sin embargo, ha demostrado que acompaña en la buena y en la mala. El entusiasmo en Zapopan ha sido notable, con un público que responde, que alienta, que presiona al rival y se convierte en jugador extra. Esa comunión entre tribuna y diamante será clave frente a un rival tan complicado como Monterrey.La Serie del Rey asoma en el horizonte, y la posibilidad de un duelo soñado contra Diablos Rojos del México está latente. Sería el choque más atractivo para el béisbol nacional, la culminación de una campaña que ya ha tenido de todo: incertidumbre, coraje, dramatismo y esperanza. Falta dar el paso final. Bambinazos61@gmail.com@salvadorcosio1