Uno de los temas que el gobernador Alfaro ha puesto sobre la mesa en el dialogo post-Padilla con la UdeG es que los universitarios dejen la política, entendida como la búsqueda de puestos en los poderes del Estado y la administración pública. Y hay sin duda una parte en la que el gobernador tiene toda la razón: el objeto de la Universidad no es gestionar el poder sino el conocimiento. Partiendo del hecho de que nada es químicamente puro, el ideal está en que la energía de la Universidad se dedique más a enseñar y a pensar que a gestionar espacios de poder.Hay que entender cómo llegó la UdeG a eso para pensar cómo, en todo caso, se puede deshacer el entuerto. La Universidad nunca ha sido neutral en su relación con el poder. En las épocas del partidazo y la FEG los universitarios tenían sus cuotas en la política (un diputado local y uno federal, plazas en la Procuraduría y en el Poder Judicial). Lo que entendió Raúl Padilla fue que ganaba mucho más siendo oposición a los gobiernos en turno. El mismo lideró la bancada de oposición al Gobierno de Alberto Cárdenas y logró “defender” a la Universidad de lo que él consideraba ataques externos y sobre todo pudo gestionar mucho más presupuesto haciendo política que no haciéndola. Conformarse como expresión política en los diferentes partidos les dio fuerza y cada año consiguieron más dinero, más espacios en la administración pública y sobre todo un enorme poder, concentrado en la figura de Raúl Padilla.Si estamos de acuerdo en que no es posible ni deseable otro liderazgo como el de Padilla o Ramírez Ladewig, la pregunta es cómo blindamos a la Universidad de los vaivenes políticos y de las filias y fobias del gobernador en turno. Un nuevo arreglo institucional, más democrático y plural requiere certezas presupuestales para el desarrollo de la Universidad de acuerdo a un plan consensado con el Gobierno, pero sobre todo con la sociedad. ¿Dónde ponemos el acento: en la calidad educativa o en la ampliación de la matrícula? ¿Qué esperamos de la Universidad en términos de investigación y generación de conocimiento? ¿Cómo adecuamos la educación preparatoria a los nuevos retos sociales? ¿Cómo aseguramos que los Hospitales Civiles cumplan al mismo tiempo su misión de hospital escuela y puntales de la prestación de servicios de salud en el Estado? ¿Más empresas universitarias que le permitan a la UdeG generar ingresos propios o no? ¿Quién las maneja y quién las vigila? ¿Cómo armonizamos más autonomía con una mayor y mejor rendición de cuentas?Destrabar el diálogo y generar un nuevo entendimiento con el Gobierno del Estado es un urgente primer paso, pero el fundamental es el diálogo al interior de la Universidad y con la comunidad -o más bien las comunidades- a las que sirve.diego.petersen@informador.com.mx