Martes, 15 de Julio 2025

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¿Quién le teme a Ovidio?

Por: Diego Petersen

¿Quién le teme a Ovidio?

¿Quién le teme a Ovidio?

La declaración de culpabilidad y negociación para convertirse en testigo protegido de Ovidio Guzmán, el “Ratón”, puso nervioso a más de uno en México. Las declaraciones de la Presidenta Sheinbaum, quien se enfrascó inútilmente en una discusión con el abogado del hijo de “El Chapo”, muestran la ansiedad que causa al Estado mexicano que el narco junior haya decidido convertirse en un testigo colaborador.

Para la Presidenta representa un frente abierto y un nuevo riesgo en el control de la narrativa, un cabo suelto imposible de predecir. Si de algo no quiere hablar la Presidenta es del involucramiento de las instituciones mexicanas con el tráfico de drogas. Ella está muy cómoda hablando de los Gobiernos del pasado neoliberal, pero no tiene respuestas para lo que Ovidio tenga que decir sobre cómo fue la relación del Cártel de Sinaloa con el Gobierno de López Obrador; de la actuación del gobernador Rocha Moya en la detención del “Mayo” o del involucramiento del cártel en elecciones locales; del vínculo que el crimen organizado tiene con las diferentes corporaciones de las Fuerzas Armadas, el Ejército, la Marina y la Guardia Nacional, o las policías estatales y municipales; los nexos con los jueces o con los empresarios, particularmente con el sistema financiero.

El nerviosismo estriba no solo en la certeza de que Ovidio va a empinar a más de alguno con los que tuvo acuerdos —para eso lo quieren como colaborador—, sino en que en el sistema estadounidense de justicia lo que diga un testigo protegido resulta muy complicado de combatir, como vimos claramente en el caso de Genaro García Luna.

A Estados Unidos lo que le importa —al menos es lo que ha repetido insistentemente— es controlar el tráfico de fentanilo. ¿Quién trafica los precursores?, ¿quién lo deja pasar por las aduanas?, ¿quién lo transforma en pastillas?, ¿quién lo mueve por el territorio mexicano?, ¿quién lo deja pasar a Estados Unidos?, ¿quién transfiere el dinero?, ¿quién lava las ganancias? Todos los que estén de alguna u otra manera involucrados en esta cadena tienen buenas razones para no dormir bien.

La Presidenta no tiene mucho para dónde hacerse. Entre más se resista con el discurso nacionalista, más caro pagará políticamente defender lo indefendible. Usar el discurso de soberanía para proteger a los posibles involucrados con el negocio de las drogas no la va a llevar a ningún lado. Muy probablemente el Gobierno mexicano tendrá que entregar la cabeza de algunos compañeros de la llamada Cuarta Transformación, y entre más se resista, más alto será el costo.

¿Quién le teme a Ovidio? Muchos, muchos más de los que imaginamos.

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