Jueves, 24 de Abril 2025

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Línea 4 y el estilo Jalisco

Por: Diego Petersen

Línea 4 y el estilo Jalisco

Línea 4 y el estilo Jalisco

Esta semana, de acuerdo con los términos de la ampliación del contrato, debería quedar terminada la construcción de la Línea 4 del Tren Eléctrico. No será así. Faltan varios meses y cerca de tres mil millones de pesos para su conclusión, particularmente dos pasos a desnivel que ni siquiera se han comenzado a construir.

El retraso en este tipo de obras es común, lo cual no quiere decir que sea correcto. De las cuatro líneas del Tren Eléctrico, sólo la 2 se comenzó y terminó en el mismo sexenio en que inició (una obra que, por cierto, se hizo sin recursos federales —no hemos terminado de pagarla— y fue construida de punta a punta por constructoras locales). La Línea 1 fue un martirio. Se acabó el dinero a la mitad, funcionó 10 años con trolebuses y se concluyó casi 15 años después de iniciada. La Línea 3 fue un dechado de opacidad, se terminó tarde y al doble del costo estimado. La Línea 4 va por el mismo derrotero: terminará costando el doble y, si bien nos va, se inaugurará dos años después de su fecha inicial.

La Línea 4 tiene dos vicios de origen. El primero es que es producto del voluntarismo de un gobernador, en este caso Enrique Alfaro. Los aforos en esa zona de la ciudad no dan para una línea de tren, pero el ex gobernador se aferró a que así fuera.

Podemos sospechar de todo, desde que se trata de una obra para beneficiar el desarrollo urbano de una zona en la que él tiene interés, hasta de un gesto político. “Un sueño” decía el ex gobernador, un deseo personal construido con dinero de todos. Tan no dan los aforos que la empresa concesionaria aseguró el pago de la contraprestación con los ingresos del Gobierno, no con los de la Línea 4.

El segundo, y más grave, es eso que podríamos llamar el estilo Jalisco o el estilo naranja de construir obra pública sin proyectos ejecutivos. Lo que tiene atorada la obra no es la parte concesionada, la construcción de las vías y estaciones, sino dos pasos a desnivel que son parte de las obras complementarias para los que ya no hay recursos. Si se hubiera hecho un proyecto ejecutivo en forma antes de comenzar, quizás nos habríamos enterado desde el inicio que se requería mucho más dinero del que se calculó.

Por el bien de todos, lo mejor es que la obra se termine y comience a dar servicio lo más pronto posible. Al Gobierno de Pablo Lemus le toca resolver el entuerto financiero, le toca trasparentar de punta a punta cómo se decidió y cómo se construyó una obra que, hoy por hoy, es un dechado de opacidad e improvisación, pero sobre todo le toca asegurar que estos vicios no se conviertan en el estilo Jalisco de hacer obra pública.

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